Título: Jotas de ronda II, con piedras |
No es algo excepcional encontrar en algunos pueblos de La Rioja hombres que toquen las piedras a modo de sencilla percusión no exenta de arte. Cabe imaginarse que en la edad de piedra los hombres descubrieron que este útil también servía para percutir rítmicamente y ayudarse en el canto. Pastores que en sus ratos libres se entretenían chocando las piedras y cantando, y mozos que, por aquello de la falta de posibles, no tenían un instrumento de cuerda que llevarse a las manos, han sido los encargados de mantener esta vieja tradición de acompañar el canto con el toque de piedras.
Santiago y Félix Iturriaga con las piedras del río Linares y el almirez en su casa de Logroño.
Cuando hablamos con Félix y Santiago de recrear en su casa de Logroño las antiguas rondas de Valdeperillo tuvimos que esperar a que fueran a su pueblo, cogieran piedras del río Linares y volvieran con ellas porque, tal como dijeron, «para sonar como tienen que sonar han de ser piedras de nuestro río».
En el canto de estas jotas de ronda observamos dos estilos diferentes. Al principio sentimos el rítmico y alegre discurrir de las coplas que cualquier mozo podría animarse a cantar. Después notamos cómo cambia la melodía hacia un estilo difícilmente igualable, entre el mocerío se abre paso la voz potente y curtida de un jotero con cualidades para el canto. Se trata de esas jotas bravas o de estilo que tanto circulan en las regiones del valle del Ebro.