Título: Tamar IX |
El rey moro tuvo un hijo, el rey moro tuvo un hijo, que Tranquilo se llamaba, que Tranquilo se llamaba,
un día estando comiendo, se enamoró de su hermana,
como no podía ser cayó malito en la cama,
domingo por la mañana subió su padre a verle.
–¿Qué te pasa, hijo Tranquilo, que te pasa, hijo del alma?
–Tengo unas calenturitas que me han traspasado el alma.
–¿Quieres que te mate un ave de las que vuelan por casa?
–Padre, me la mate usted, que me la suba mi hermana–.
Como era tiempo verano subió en enaguas blancas,
la agarró por cintura y se la metió en la cama.
–Déjame, hermano querido, déjame que soy tu hermana.
–Si eres mi hermana que seas, no haber nacido tan guapa–.
A los nueve meses justos cayó malita en la cama,
llamaron a tres doctores, los mejores de Granada,
uno le miraba el pulso y otro le mira cara
y el más pequeñito dice: –Esta niña está preñada–.
………………
El romancero transmite una ideología soterrada. Pese a narrar un motivo bíblico, el de la violación de Amnón a su hermana Tamara, los protagonistas son los hijos de un rey moro. El pecado del incesto no podía ser atribuido a cristianos de bien sino, como se decía en otros tiempos, a los seguidores de la secta de Mahoma.
Tamara tiene que ocultar su embarazo por un doble motivo, por estar soltera y por haber concebido un hijo de su propio hermano. El incesto era muy poco habitual en la sociedad tradicional y lo sigue siendo en la sociedad moderna. Se trata de un acto considerado unánimemente como reprobable.
El embarazo de una mujer soltera, no siendo tan reprobable como el incesto, no dejaba de estar mal visto, era una deshonra tanto para ella como para su familia. Sin embargo, este hecho era algo habitual. Gran parte de las normas morales de la sociedad tradicional estaban basadas en que las chicas solteras «no salieran preñadas». Se ejercía una gran presión social sobre ellas, más que sobre los hombres, y la educación de las mujeres tenía como pilar fundamental el que llegaran vírgenes al matrimonio. Pese a ello, el ímpetu sexual de la juventud era a veces imparable: las mujeres que habían conseguido controlarlo se sentían honradas por ello; las que habían sucumbido a él y quedaban preñadas tenían que sufrir durante su embarazo un estigma muy duro, por lo que procuraban ocultarlo con ropa ajustada. Estas situaciones se vivían con dolor por ellas y sus familias pero con cierto sarcasmo en el ámbito comunitario. Generalmente el nacimiento de la nueva criatura y el paso del tiempo tendían a normalizar la situación personal de la madre soltera y también la del entorno familiar y social. En este contexto han de entenderse los comentarios finales de las informantes.
Bibliografía:
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.