Título: Silvana II |
Se pasea la Silvana por su ventana florida
y se le acercó su padre
y le dijo, hija Silvana, esta noche has de ser mía.
–Por una noche ni dos, padre, no me importaría,
pero hay un Dios en los cielos que a los dos castigaría.
–Pero hay un obispo en Roma que a los dos perdonaría–.
–¿Qué te pasa, hija Silvana, que estás tan descolorida?
–Madre, lo que a mí me pasa arreglarlo usted podría,
póngase en enagua blanca y vaya a mi cama florida,
allí verá usted a mi padre que está esperando a que iría–.
–Si eres reina de los cielos, te he de hacer la de Castilla.
–No soy reina de los cielos tampoco la de Castilla,
que soy tu hija Silvana a quien deshonrar querías.
–Si ahora tuviera un puñal a las dos os mataría,
no me habéis dejao gozar de lo mejor de mi vida.
Este romance lo cantaba su padre cuando iban andando al campo a coger almendrucos. Se trata de uno de los viejos romances patrimoniales de la tradición hispana que inició su rodar muy probablemente en la Edad Media y que se ha mantenido vivo a través de la oralidad de forma casi milagrosa.
Bibliografía:
- Andrés Manuel Martín Durán, “La denuncia del incesto en el romancero de tradición oral y su función como antídoto de la violencia de género: los romances de Delgadina y Silvana como referente”, en ¡Muerto soy! Las expresiones de la violencia en la literatura hispánica desde sus orígenes hasta el siglo XIX, Sevilla, Renacimiento, 2016, pp. 43-56.
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.