Título: Romería de Badarán a Valvanera III |
Los romeros, una vez llegados a Valvanera son recibidos por los Padres Agustinos, oyen misa y dirigen sus plegarias a la Virgen. La cofradía se encarga de dar un refrigerio, es la tradicional Partición del pan, vino y queso. De regreso al pueblo, los que han quedado en éste salen a recibir a los romeros, juntos se dirigen a la iglesia donde cantan la salve a la Virgen, dándose por terminada la romería.
Victoria Martínez enseña el viejo libro de la cofradía y explica parte de su historia.
Valvanera: Una de las últimas cruces blancas que nos recuerdan los tiempos en que las mujeres tenían vedado el paso al monasterio. Un historiador de Valvanera nos cuenta el lejano origen de esta prohibición:
«En un privilegio de Alfonso VI, dado en San Salvador de Oña el 1 de mayo de 1092, leemos entre otras ordenaciones: … que ninguna mujer entre en este término… y si entrare, sea detenida hasta que pague sesenta sueldos al procurador del rey.»
«El P. Rubio cree que el motivo de la prohibición fue un escandaloso sacrilegio cometido en la iglesia monacal y que -en infantil opinión de los historiadores antiguos- obligó al divino Niño volver la cabeza y tornar la posición violenta que tiene.»
«Como este decreto prohibitivo resultara excesivamente riguroso y, en cierto modo, inhumano, tratándose de un Santuario centro de peregrinaciones, se escogió un medio que de algún modo satisficiera la devoción de las piadosas mujeres: Podían subir a Valvanera, pero debían contentarse con contemplar el Santuario desde las lomas y senderos limítrofes, expresamente señalados con cruces blancas las cuales marcaban, a modo de hitos, la clausura monasterial.
«El P. Rubio nos cuenta cómo andando el tiempo y usando de piadosa condescendencia, se permitió a las mujeres el morar en Valvanera nueve días, no más, pues pasado este tiempo, morían súbitamente como acaeció a algunas… Añade que la prohibición fue derogada por Calixto III (1455-1458) a ruegos de Enrique IV de Castilla… En 1681, por dispensación de los prelados de la Orden Benedictina, comenzaron las mujeres a entrar y vivir en Valvanera lo mismo que los hombres.»
(Alejandro Pérez Alonso, Historia de la Real Abadía de Nuestra Señora de Valvanera en La Rioja, I.E.R., Gijón, 1971, páginas 62 a 67)