Título: Rogativas a la Virgen de los Remedios |
Hasta la cruz de Batito te hemos traído en procesión,
mira qué campos tan tristes, de esta nuestra judición.
Hasta los pájaros piden agua para beber en charcos
y nosotros, labradores, agua para nuestros campos.
Las nubes se han retirado al otro lado del mar,
la Virgen de los Remedios la va a salir a buscar.
En la romería de cada tres de mayo los vecinos de Aguilar acuden en procesión hasta la ermita de la Virgen de los Remedios en Gutur. En ese lugar cogen la imagen de la Virgen y la llevan con toda ceremonia hasta la iglesia de Aguilar para que proteja los campos durante el verano. Si a primeros del mes de mayo hay necesidad de agua se le pide a la Virgen que llueva mediante cantos de rogativa. Nadie mejor que el maestro e historiador local José Ángel Lalinde para describirnos estas canciones de rogativas:
«Llegado el momento la Virgen recorrería los siete kilómetros que separan la ermita de Aguilar y atravesaba la Tejera, el Portillo, la Cruz de Batito, el Valle, el cementerio, las eras y el barrio de la Carnicería. En cada uno de esos puntos se solían entonar, con cierta espontaneidad, algunos cantares con las músicas de las partituras que se acompañan y letras compuestas a tenor de lo que las circunstancias exigían.
…
En el mismo interior y antes de partir, si se requería su mediación en demanda de agua para nuestros campos, podía oírse:
Las nubes se han retirado
al otro lado del mar.
La Virgen de los Remedios
las va a salir a buscar.
Durante el tiempo que ocupara el camarín del retablo la imagen de candelero, se la vestía con manto morado para realizar la rogativa y a su regreso, satisfechas las peticiones de los devotos aguilareños, vestía con manto blanco, como expresión de tristeza primero y de alegría y agradecimiento después. El manto blanco era un regalo de la familia de don Dimas Mayor. Las letras que se cantaban eran de varios autores: uno de ellos fue el maestro ya citado, conocido como «tío Manuel”, natural de Cervera del río Alhama. Él compuso la que se cantara al salir de la ermita, bajo el primero de los arcos del recorrido:
Eres la perla más fina
que puede hacer un joyero;
tienes en tu cara sol
y en tus ojos dos luceros,
y en tus manos más bondades
que estrellas hay en el cielo.
El cortejo procesional continuaba entre rezos, silencios y emociones contenidas hasta la Tejera. En este término, como su nombre indica, existió una pequeña fábrica de hacer ladrillos y tejas. De ella no queda ningún vestigio…
Pues bien, también en este lugar de la Tejera, y contemplando la aridez de los campos, se oía cantar:
Hasta los pájaros piden
agua pa beber en charcos,
y nosotros, labradores,
agua para nuestros campos.
Al concluir el canto se desataban las emociones y alguien gritaba enfervorizadamente: –¡Viva la Virgen de los Remedios! –¡Viva!, contestaban hombres, mujeres y mozos.
Llegados al Portillo, las andas se volvían y como señal de despedida, mirando en dirección a la ermita, se inclinaban tres veces los costaleros de la parte anterior a modo de genuflexión. El pendón se recogía y, a la vista del valle del Alhama, de la cumbre del Isasa (que muchos la ven y pocos la pasan), de la Peña de los Frailes, la Umbría de las Pasas, Cecías y el Cerro del Horca, nuevamente se entonaba:
En tu manto pega el sol,
en tu cabeza la luna,
en tus ojos dos estrellas
y en tu mano está la lluvia.
Y cuentan que hubo veces que las andas hubieron de dar cobijo a algunos rogadores ante la lluvia que en aquel mismo lugar se desató.
Camino abajo y continuando por el antiguo sendero de herradura, seguía la Patrona su recorrido. A falta de humedades y verdor, el aroma del tomillo y del espliego, de las tomazas, del romero y de las ulagas, ambientaban este recorrido sobrio, de aquellos parajes sobrios cuyas imágenes y nombres acarician recuerdos de quienes tantas veces los recorrimos. No se tardaría mucho en llegar a la Cruz de Batito donde nuevamente se descansaba y cantaba:
Hasta la Cruz de Batito
te hemos traído en procesión.
Mira qué tristes los campos
de nuestra jurisdicción.
Oh Virgen de los Remedios
símbolo de los amores,
debajo de vuestro amparo
se postran los labradores.
Eres la Reina del Cielo
símbolo de los amores
y humildes ante tus plantas
se postran los labradores.
En el Valle, sobre el puente que sortea el barranco del mismo nombre:
Oh Virgen de los Remedios,
te pido de corazón
nos eches una buena agua
y nos des tu bendición.
En el Valle nos dijiste
que no nos apuráramos,
que nos traíais el agua
cubierta con vuestro manto.
Pronto se cruzaba bajo los muros del cementerio y la canción se hacía oración por los que allí descansaban:
De este cementerio santo
todos tenemos recuerdo.
María, Madre de Gracia:
recemos un Padrenuestro.
A los que hay en la tumba
en este campo sagrado
saca los que estén penando
y llévalos a tu lado.
(Atribuida al tío Usácar).
…
Ya en la Carnicería o en la Plaza todo el pueblo rodeaba a la Señora y nadie ahorraba esfuerzos para expresar con vítores la emoción que producía su presencia. Una nueva parada para darle todos la bienvenida:
Alfombraremos las calles
con perlas y diamantes
para que pase la Virgen
de los Remedios triunfante.
Tenemos necesidad
del agua, Reina dorada,
y también queremos, Madre,
la salvación de las almas.
Siempre que vienes al pueblo
lo haces por necesidad:
unas veces por sequía
y otras por enfermedad.
Eres la Reina del Cielo,
la luz a tu lado es sombra
y las flores no son bellas,
si no te sirven de alfombra
Cuando estamos afligidos
por cualquier necesidad,
a vos, Señora, acudimos
y pronto nos remediáis.»
Bibliografía:
- José Angel Lalinde González, En el monte de Gutur. Fe, cultura y tradición en Aguilar del Río Alhama (La Rioja) , Consejería de Cultura, Deportes y Juventud, Logroño, 1992, páginas 106-112.