Título: Modo de quitar las verrugas III |
La señora Ester nació un día de marzo en que un manto blanco de nieve cubría el suelo de su pueblo, El Rasillo de Cameros. Literalmente nació “con un manto blanco” pero también debió nacer con ciertos poderes para sanar a las personas. Siendo ya mayor, una especie de brujo o curandero que vivía en Torrecilla de Cameros y del que no sabemos gran cosa, se vio con Ester en El Rasillo y le pidió que le
enseñase la mano:
–Usted tiene un manto blanco –le dijo el brujo–.
Algún detalle vio en la mano que le indicó los poderes que tenía. El curandero de Torrecilla había desarrollado “un manto azul”, un nivel mayor de curación que el de nuestra informante. Ester, si hubiera descubierto antes sus poderes, podría haber perfeccionado su potencia sanadora al mismo nivel de quien tenía un manto azul.
Ester curaba las verrugas de la gente con un procedimiento que nunca podía desvelar a nadie ya que, en tal caso, su virtud se hubiera desvanecido. Este secretismo era frecuente en la camarilla de los brujos. No sabemos si trasmitió el remedio a alguna de sus hijas. Lo que sí podemos imaginar es que la forma que tenía la buena mujer para que desaparecieran las verrugas no sería muy diferente a las que nos han contado en otros lugares, seguramente enterrando tantos objetos (piedras, garbanzos, hojas de olivo) como verrugas tuviese el afectado.
Estos curanderos tradicionales solían ser muy creyentes y consideraban que su don les provenía de Dios y de la devoción que tenían a las imágenes de los santos y vírgenes cercanas a su localidad: La Virgen de Eras; San Mamés; Valvanera; Lomos de Orio; Santa Rita, que te concede cosas imposibles pero te da una espina dolorosa a cambio; y San Blas, abogado contra los males de garganta, cuyo pan bendito salvó a una hija de Ester de un atragantamiento.