Título: Madre, en la puerta hay un Niño VII |
–Madre, a la puerta hay un Niño más hermoso que el sol bello,
el pobrecito tiene frío y el pobrecito está enfermo.
–Anda, dile que entre, se calentará,
porque en este pueblo ya no hay caridad,
y nunca la hubo y nunca la habrá–.
Entra el Niño y se calienta y después de calentado
le preguntó la patrona de qué pueblo era su reinado.
–Yo soy de Belén, yo soy de Belén,
mi padre del cielo mi madre también,
yo bajé a la tierra para padecer.
–Hazle la cama a este Niño házsela con mucho amor.
–Patrona, no quiero cama, que mi cama es un rincón,
desde que nací, desde que nací,
hasta que me muera siempre será así–.
Esmaltado de rubíes y adornado con su gracia,
él parecía una estrella, estrella de la mañana,
él era la estrella que anunciaba el alba
pura, alegre, risueña, risueña y blanca.
Un paseo por todo el territorio riojano de la mano de este romance navideño nos deja un amplio muestrario de variantes melódicas. A la señora Eugenia, ya mayor, le cuesta entonar con precisión el romance pero su esfuerzo bien vale la pena porque logramos distinguir una melodía similar a la de otros pueblos de La Rioja Baja como Cornago o Valdeperillo, localidades de las que hemos subido a esta página muestras del mismo romance. Eugenia nos aporta un final inédito: la luz que irradia el Niño Dios es comparada con la de la estrella de la mañana.
Bibliografía:
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.