Título: Las señas del esposo VIII |
Estaba una dama dama sentadita en su balcón
vio venir a un caballero por las muy lejanas tierras
y se atrevió a preguntarle si venía de la guerra.
–De la guerra vengo, sí, si tiene usted algo en ella.
–Allá tengo a mi marido siete años va a hacer en ella.
–Déme las señas de él por ver si lo conociera.
–Alto y largo como un palo del color de la cereza.
–Allá queda su marido allá queda, allá queda
yo le abrí la sepultura yo le tuve la candela
…………………………… yo le ayudé a entrar en ella.
–¡Ay, pobrecita de mí, desgraciadita y con pena!
¿Quién me vestirá de luto quién me calzará de seda?
¿a mis seis hijos queridos quién les ha de dar escuela?
–Véngase usted, gran señora, véngase usted a mi tierra
yo la vestiré de luto yo la calzaré de seda
y a sus seis hijos queridos yo les daré escuela.
–Váyase usted, gran señor, váyase usted a su tierra
que una viuda con seis hijos no está bien en tierra ajena–.
A la mañana siguiente caminaba pa la iglesia
con sus seis hijos delante la criada con las velas
y le salió un caballero: –¿Quién te ha dado tales pruebas?
–Ayer tarde un caballero malos demonios lo llevas.
–No lo quiera Dios del cielo ni la Virgen de la Vega
aquel caballero era yo por ver si eras mala o buena–.
Bibliografía:
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.
- Luis Hernáez Tobías, “Romancero caballeresco en La Rioja” en Berceo, revista del IER, nº 19, Logroño, 1951.