Título: Las señas del esposo IV |
La otra tarde salí al campo a recorrer mis haciendas,
me encontré con un soldado que venía de la guerra,
yo me acerqué a preguntarle si venía de la guerra.
–Si señora, de allí vengo, tiene usté alguno por ella.
–A mi maridito tengo, que hace siete años que fuera.
–Si me diera relaciones acaso lo conociera.
–Tiene ojitos de galán, la carita de doncella,
el cabello cachibajo, la silla dorada y negra.
–Con estas señitas y otras su marido muerto era,
si usted quiere ser casada, véngase para mi tierra.
–No quiero ser casadita ni en la suya ni en la ajena,
estos tres hijos que tengo les voy a dar buena escuela,
cuando sean mayorcitos se vayan para la guerra
y me traigan a su padre, vivo, muerto o como sea–.
A eso de la media noche, tran, tran, llaman en la puerta.
–Buenas noches, mi mujer, buenas noches, nhorabuena,
esta tarde más tardar me han dado tus malas nuevas.
–¿Quién te ha dado, mi mujer, quién te ha dado malas nuevas?
–Un soldado de a caballo que venía de la guerra.
–He sido yo el que lo he dicho por ver si eras mala o buena–.
Bibliografía:
- Mercedes Díaz Roig, «Sobre una estructura narrativa minoritaria y sus consecuencias diacrónicas: el caso del romance Las señas del esposo» en El Romancero hoy: poética, Cátedra Seminario Menéndez Pidal, Gredos, Madrid, 1979, páginas 121-131.