Título: Las albarcas del serrano |
Las albarcas del serrano
duran un año.
Tres meses nuevas,
tres rotas,
tres remendadas,
y otros tres esperando otras.
Azaña, pastor de Rabanera de Cameros, nos cuenta en el borrador de sus Memorias de un pastor riojano las tres clases de abarcas que conoció en su pueblo:
«había unas con tachuelas y de goma, otras, las más corrientes, eran de goma pero sin tachuelas; y otras hechas por los mismos pastores, de piel de burro o jabalí de sus partes más duras, estas últimas eran las peores pero las más baratas, si había humedad se ablandaban y si hacía calor se resecaban y endurecían y rozaban los pies. De estas abarcas es el refrán que dice:
Las abarcas hechas por los pastores duran un año: tres meses nuevas, tres meses rotas, tres meses con sostras y tres meses esperando otras.
Sostras eran pedazos de piel que les cosían a modo de medias suelas, como hacen los zapateros con los zapatos.»
Piel de burro en Rabanera o, en otros lugares, piel de vaca o buey, materiales con los que antiguamente se hacían las abarcas, en tiras anchas o lórdigas (tórdigas en otras latitudes) antes de la llegada de las más resistentes de goma que fueron las que Natalia conoció y usó y a las que se refiere en la paremia.
Abarcas de cuero que fueron motivo de pullas entre pastores y pastoras a costa del calzado:
Serrana, si fueras buena
te regalaría unas abarcas,
pero como no lo eres,
fastídiate y anda descalza.
Soy pastora y llevo abarcas
apacento mis ovejas
y alguna lleva cascarrias
pero no me casaré
con pastor que lleve zarrias.
Los pastores que no se ajustaban bien las tiras calzaderas y las zarrias de los ojales dejaban asomar el pie cuando llovía y se les decía “zarriosos”.
Bibliografía:
- Demetrio Pérez Laya, Azaña, Memorias de un pastor riojano, Edición de Jaime Libros y Caja de Ahorros de La Rioja, Barcelona, 1985.