Entre las costumbres de Todos Santos o la noche de ánimas conocidas en La Rioja, la de encender una lamparilla en recuerdo de los familiares fallecidos no es precisamente la más común. Solo lo hemos conocido en Aguilar del Río Alhama y en Villamediana de Iregua. Eran más frecuentes los rosarios de mozos, las calaveras con luces encendidas o el comer huesos de santo, al margen de la visita a los cementerios, algo que se mantiene con pleno vigor.

Sin embargo la costumbre de las lamparillas es antigua y está emparentada con rituales similares de España e Hispanoamérica. Velitas o lamparillas que recuerdan al alma del difunto, la eternidad del alma representada en esa tenue luz, el fuego que, como el recuerdo, mantenido vivo, representa la inmortalidad del ser humano.

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Caracoles en la noche de ánimas