Título: La Virgen y el ciego III |
Camina la Virgen pura camino de Nazaret
con su Niñito en los brazos que es más bello que el sol es
a la mitad del camino pidió el Niño de beber.
–No pidas agua, mi vida, no pidas agua, mi bien
que van los ríos muy turbios y ya no se puen beber–.
Un poquito más alante hay un verde naranjel
cargadito de naranjas que ya más no pue tener
el ciego le está cuidando un ciego que no pue ver.
–Ciego, mi buen cieguecito si una naranja me dier
para la sed de mi Niño un poquito entretener.
–Coja usted, buena Señora, coja usted, buena mujer
y cogiendo para el Niño coja las que quiera usted–.
La Virgen, como era Virgen, no cogía más que tres
el Niño, como era niño, todas las quiere coger.
Cuantas el Niño cogía volvían a florecer.
–Toma, ciego, este pañuelo limpia los ojos con él–.
Apenas se fue la Virgen aquel ciego empezó a ver.
–¿Quién sería esa Señora que me ha hecho tanto bien?
Si sea la Virgen pura si el Niñito de Belén
si sea la Virgen bella y el glorioso San José.
–Toma, ciego, este pañuelo limpia los ojos con él–.
Apenas se fue la Virgen el ciego empezó a ver.
Publicado en el libro de Javier Asensio García y Helena Ortiz Viana, La navidad riojana, Piedra de Rayo, Logroño, 2005.
También está publicado en Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2009.
Este es el árbol -un sicomoro- donde la tradición egipcia situa el descanso de La Sagrada Familia en su huida a Egipto. Se trata de un árbol que se conserva en Matarieh, cerca de El Cairo, y al que los cristianos coptos de Egipto profesan honda devoción. La tradición apócrifa lo ha convertido en España en un naranjo que calmó la sed del Niño.