[Allá arriba en un belén      legua y media del Calvario]
me encontré a una mujer      con un librito rezando.
Le dije: –Mujer cristiana,     ¿ha visto a Jesús amado?
–Sí Señora, sí lo he visto,     por aquí en esto ha pasado
con una cadena a sus hombros     y un madero muy pesado
y una soga a su garganta     que de ella iban tirando–.
Y por señas que me dijo     que si tenía algún paño
para limpiarle su rostro     que venía muy sudado.
–Tres dobles tenía el paño,     tres estampas me dejó
una pa Jerusalén,     otra pal monte Calvario
y otra para los moros     para que se hagan cristianos–.
Caminemos, caminemos,     caminemos al Calvario
que por pronto que lleguemos,     ya le habrán crucificado
ya le hincaban las espinas,     ya le remachan los clavos
ya le daban sus lanzadas     por el divino costado.
Si esta oración se dijese     todos los viernes del año
sacaría una alma de pena     y la suya del pecado.
El que la oye no la aprende,     el que sabe y no la dice,
ya vendrá el día del Juicio     y verá lo que acontece.

Bibliografía:

• Publicado en Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.