Título: La doncella guerrera I |
El tema de la mujer que va a la guerra vestida de varón es un motivo recurrente en culturas de todo el mundo –recuérdese el argumento de la película china Mulán–. En el mundo hispano el romance de La doncella guerrera está ampliamente difundido, sobre todo esas versiones comunes que comienzan con los versos de “En Sevilla a un sevillano la desgracia le dio Dios, que de siete hijas que tuvo ninguna fue varón…”
Frente a estas versiones vulgatas perviven otras más arcaicas en letra y melodía, como este ejemplo irrepetible de Muro de Aguas. El estilo literario nos trae recuerdos de la Edad Media –época en la que ya circulaba el romance– con esos paralelismos y repeticiones; las cadencias melódicas nos evocan estilos antañones y hasta el nombre del presunto soldado, don Arco, nos lleva a un tiempo ignoto. En definitiva, esta versión puede considerarse una de las joyas del romancero de transmisión oral de nuestra tierra.
–Así reviente doña Ana por medio del corazón
que ha dado a luz siete hijas sin entreverar varón.
–No maldiga a usted a mi madre ni le eche tal maldición
cómpreme un caballo blanco y a la guerra me iré yo.
–Finas manos tienes, hija, para parecer varón.
–Esas finas manos, padre, guantes me les pondré yo
cómpreme un caballo blanco y a la guerra me iré yo.
–Finos ojos tienes, hija, para parecer varón.
–Esos finos ojos, padre, lentes me les pondré yo
cómpreme un caballo blanco y a la guerra me iré yo.
–Finas piernas tienes, hija, para parecer varón.
–Esas finas piernas, padre, se tapan con el calzón
cómpreme un caballo blanco y a la guerra me iré yo.
–Anchos pechos tienes, hija, para parecer varón
–Esos anchos pechos, padre, se apretan con el jubón.
cómpreme un caballo blanco y a la guerra me iré yo.
–Fina cara tienes, hija, para parecer varón
–Esa fina cara, padre, con el aire y con el sol
cómpreme un caballo blanco y a la guerra me iré yo–.
Ya convencido su padre el caballo le compró
y en cuando lo vio don Arco del primer salto montó.
–Malherido vengo, madre, malherido del amor
que las manos de don Arco manos de doncella son.
–Convídale tú, hijo mío, convídale tú al jardín
que si doncella es don Arco al clavel se ha de tirar–.
Don Arco, hombre muy discreto, se ha tiradito al rosal
–Malherido vengo, madre, malherido del amor
que los ojos de don Arco ojos de doncella son.
–Convídale tú, hijo mío, convídale tú a la tienda
que si doncella es don Arco a la seda ha de tirar–.
Don Arco, hombre muy discreto se ha tiradito al puñal.
–Malherido vengo, madre, malherido del amor
que las piernas de don Arco piernas de doncella son.
–Convídale tú, hijo mío, convídale tú a acostar
que si doncella es don Arco no se atreve a desnudar–.
Don Arco, hombre muy discreto con calzoncillo fue a entrar.
–¡Quién pillara aquí a una chica para entre los dos gozar!
–Malherido vengo, madre, malherido del amor
que los pechos de don Arco pechos de doncella son.
–Convídale tú, hijo mío, convídale tú a bañar
que si doncella es don Arco no se atreve a descalzar–.
De un pie ya estaba descalzo y del otro a descalzar
y le vino la noticia que su padre estaba mal
que su madre había muerto y su padre al expirar.
–Con Dios se quedito el conde con Dios se puede quedar
que siete años te ha servido una doncellita real–.
Publicado en el libro de Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2009. El romance cantado está incluido en uno de los dos CD que acompañan al libro.