Título: La boda del Papa con la diablesa |
Antiguamente contaban en el pueblo un episodio de un fraile que tenía unos diablillos metidos en un cañote y que los llevaba cosidos en el bajo de la sotana. Cuando iba a ocurrir alguna cosa, los diablillos le decían lo que iba a pasar. Un día dice que estaban muy revoltosos y dice el fraile:
–Vamos a ver por qué estáis tan contentos, ¿por qué estáis bailando y estáis alborotando tan contentos?
Y le dicen:
–Pues es que se va a casar la diablesa con el Papa.
Y el fraile decía:
–¡Eso no puede ser!
Y los diablillos todo contentos cantaban:
–Tararírairí, tararírairá,
esta noche se pierde toda la cristiandad.
Y decía el fraile:
–Eso no lo voy a consentir.
Entonces les dice a los diablillos:
–¡Hala!, os voy a sacar del cañote y me vais a llevar esta noche a Roma.
Y en un suspiro llevaron al fraile a la casa del Papa. Como había muchos invitados a la boda, estaba la gente muy contenta y él se coló como un invitado más en la cena que prepararon un día antes de la boda. Repartieron la cena y el fraile, que estaba casi enfrente del papa y de su novia, preguntó:
–¡Cómo!, pero, ¿no se bendice la mesa aquí?
Entonces dijo la diablesa:
–Aquí no hace falta bendición ninguna.
Cogió el fraile y recorriendo con la mano los cuatro lados de la mesa dijo:
–Pues tanto hay de aquí a aquí como de aquí a aquí –haciendo la señal de la cruz–.
Entonces la diablesa explotó y ya no hubo boda. Y se salvó la cristiandad.
Este cuento es muy poco frecuente en la tradición actual, se conocen algunos ejemplos en el área lingüística del vascuence: El sacerdote se entera por una conversación entre cuervos de que el diablo, en forma de mujer, piensa tentar al Papa. Liga a los diablos con algún artículo sagrado, rosario u otro, y les obliga a transportarlo a Roma, donde avisa al Papa. Hace una cruz encubierta sobre una mesa, como que va a tomar medidas y espanta al diablo.
Viejos cuentos de brujerías que Felicitas aprendió en su pueblo natal y que corrían de boca en boca al hilo de tantas fabulaciones que rondaban sobre las brujas y de la cantidad de gente que pasaba por El Villar camino de la ermita del Santo Cristo de Ambas Aguas para que con los conjuros que allí se leían acabasen los malos influjos. Felicitas nunca olvidó esos cuentos que narraba con humor, descreída tras haber conocido la verdad de Jehová.
Publicado en:
- Javier Asensio García, Los 99 mejores cuentos de la tradición riojana, , Piedra de Rayo, Logroño, 2012.
Bibliografía:
- Julio Camarena y Maxime Chevalier, Catálogo tipológico del cuento folklórico español. Tomo III. Cuentos religiosos, Centro de estudios cervantinos. Alcalá de Henares. 2003, páginas 272-273.