La noche del 25 de enero de 1938 se vio en toda España una aurora boreal de color rojo, fenómeno poco frecuente fuera del polo norte. Aquello causó una doble impresión de asombro y a la vez de miedo, no solo por tratarse de un hecho rarísimo sino porque ocurrió durante la guerra civil española. En El Villar de Poyales -y suponemos que en más lugares- decían que era el reflejo en el cielo de la sangre derramada en la guerra.