Título: Invocación a las alimañas |
Zorros y zorras que andáis por el mundo a jopo tendido,
buscar el borrego de la tia Coya que se ha perdido.
Cuando se perdía una oveja era habitual rezar a San Antonio, bien con la oración tradicional que comienza «San Antonio de Padua, que en Padua naciste…» o bien con una oración de pliego llamada La encomienda o El responso de San Antonio cuyo comienzo es «Si buscas milagros, mira,…», de ambas tenemos muestras en Riojarchivo. A esta última se refería Piedad cuando decía que «le echó la oración». Menos habitual y aparentemente en plan de guasa se hacía la invocación a las alimañas. Esto que parece una «coña», como decía Piedad, tiene una antigüedad insospechada. Invocar a perros, zorros y lobos para recuperar el ganado fue perseguido por la Inquisición y este conjuro parece una supervivencia de siglos pasados. Así nos lo cuentan el etnógrafo y el historiador riojanos Luis Vicente Elías y Carlos Muntión:
“El 14 de Marzo de 1723, en Logroño, el Tribunal del Santo Oficio se pronuncia en contra de los procedimientos empleados para curar las enfermedades padecidas por el ganado. A tal efecto se hace público un documento en el que, entre otras cosas, se dice lo siguiente:
‘… Nos, los inquisidores apostólicos… en todo el Reino de Navarra, Obispado de Calahorra y la Calzada, y demás distritos… hacemos saber haber llegado a nuestra noticia que se practican las cosas siguientes: … Y al mismo fin (para que el ganado no se pierda) dicen la oración siguiente:
A Dios me encomiendo, a mí y a todos los animales que tengo encomendados, me los guarde de perros y perras, de lobos y de lobas, las bocas cerradas y ladrones las manos atadas, fiá, fiá, fiá, en Dios y la Virgen María, Padre Nuestro y Ave María…’.”
(Luis Vicente Elías Pastor y Carlos Muntión Hernáez, Los Pastores de Cameros, Gobierno de La Rioja, Logroño, 1989, página 111)