Título: En el monte murió Cristo |
En el monte murió Cristo, mi Dios y hombre verdadero,
no murió por sus pecados sino por pecados nuestros
clavado en una cruz con duros clavos de hierro.
¡Oh, Cristo de mis entrañas, humilde y manso cordero!,
soy aquella pecadora que tan ofendida os tengo.
Una y mil veces me pesa de ofender a un Dios tan bueno,
cada día que visito el santísimo sacramento,
en la hostia consagrada voy a celebrar tu cuerpo.
Adiós, Virgen soberana, este rosario os ofrezco,
no tengo nada que daros señora que todo es vuestro,
el alma que tengo es prestada y por ser vos os la ofrezco
para que vaya a gozar con Dios al reino del cielo.
La versión procede de Igea, de donde era la tía Villar quien lo recitaba en Valdeosera tras el rezo del rosario. En gran parte de España se rezaba este romance oración como ofrecimiento del rosario.
Publicado en:
- José Luis Moreno Martínez y Araceli Moreno Martínez, El pueblo de las trece casas. Recuerdos de Valdeosera, Piedra de Rayo, 2011.