Título: El sastre y el aprendiz |
Un sastre iba a coser por las casas, que eso era lo que se hacía antes, y llevaba un aprendiz. En la casa que iban a coser les daban de comer, los mantenían. Un día, al servir la comida, al echar el tocino le dijo el sastre a la señora:
–No le eche el tocino al chico que al chico no le gusta.
Total que le echó al sastre las dos raciones de tocino. El aprendiz se quedó tan dolido que le dijo al amo de la casa:
–Mire, señor, vigile usted a mi amo que cuando corta el paño, cada vez que cierra el ojo le sisa a usted una cuarta.
Entonces el amo de la casa se puso detrás del sastre a ver cómo cortaba. El sastre estaba cortando el paño y guiñó un ojo. El dueño le dio con un palo en la cabeza.
–¡Ay, ay, ay! Pero, ¿usted por qué me pega a mí? –preguntó el sastre–.
–Porque me está robando el paño.
–¡Que yo le robo a usted el paño! ¿Quién le ha dicho eso?
–El aprendiz.
Entonces el sastre llamó al aprendiz:
–¡Oye, muchacho! Pero, ¿quién te ha dicho a ti que yo le robo el paño a este señor?
Y le respondió el aprendiz:
–El mismo que le dijo a usted que a mí no me gustaba el tocino.
Publicado en:
- Javier Asensio García, Los 99 mejores cuentos de la tradición riojana, , Piedra de Rayo, Logroño, 2012.