Riojarchivo

 

Título: El falso robo del cerdo
Clasificación: Cuentos
Localidad: Baños de río Tobía
Informante: Luis Campo Alonso (19-5-1944)
Recopilador: Carlos Muntión Hernáez y Javier Asensio García
Catalogación: Aarne-Thompson 1792, El cura tacaño y el cerdo sacrificado + 1777A*, No te puedo oír
Lugar y fecha de recogida: Baños de río Tobía, 30 de octubre de 2003

 

En aquellos tiempos de las matanzas había la costumbre de entregarle al cura lo que llamaban el presente o el mandado, le llevaban unas magras, un choricito, una morcilla, oreja, careta, algo del cerdo. Un año se le ocurrió al cura criar un cerdo, el sacristán le ayudó y lo fue engordando con patatas y comida. Cuando llegó la época de la matanza el sacristán le dijo:

–Señor cura, hay que pensar ya en matar el cochino.

Y dice el cura:

–Sí, pero tenemos un problema, ahora, ¿qué hago yo con el pueblo para corresponder con los que siempre me regalan? ¡Si empiezo a darles a todos me quedo sin cochino!

Y le dice el sacristán:

–Mire, lo mejor que podemos hacer es matarlo poco antes de la misa mayor y luego en la misa dice usted que se lo han robado.

–Buena idea –dice el cura–.

Bueno, total que poco antes de ir a la iglesia, el cura ve al hijo del sacristán que con la manga del jersey estaba frotándose el morro, quitándose la grasilla de la boca. El cura ya se quedó con la mosca detrás de la oreja pero siguió con el plan. Llega el momento del sermón y dice:

–Hermanos, el caso es que tenía intención de daros algún presente de la matanza a cada uno de vosotros pero resulta que el sacristán y yo hemos ido a matar el cochino y ¡que me lo han quitado! Esta era mi voluntad, hermanos, pero no ha podido ser.

Cuando la gente se fue de la iglesia el cura le dice al sacristán:

–Oye, ahora que la gente se lo ha creído, saca unas magritas y nos las comemos.

Hace el sacristán como que va a la cuadra, vuelve y le dice:

–Señor cura, pero, ¡que es verdad que le han quitado el cochino!

–¡Que me han quitado el cochino!

Entonces se acordó del hijo del sacristán y le dijo al sacristán:

–Toca las campanas, ¡confesión general!

Volvieron los fieles a la iglesia y dice el cura:

–Os he dicho que me han quitado el cochino, no me he quedado satisfecho y quiero averiguarlo, así que vais a ir pasando todos por el confesionario y, tranquilos, ¡eh!, que solo os voy a hacer una pregunta: “¿quién le ha quitado el cochino al cura?”. Ya sabéis que tenéis que decir la verdad y el que sea me lo dirá.

Todo el mundo conforme. Y dice el cura:

–Que empiece primero el sacristán.

Se mete el cura al confesionario, el sacristán al otro lado y le hace la pregunta:

–A ver, ¿quién le ha quitado el cochino al cura?

Y dice el sacristán:

–No se oye nada, señor cura, aquí no se oye nada.

–¡Que, quién le ha quitado el cochino al cura! Y no me hagas gritar que estamos en secreto de confesión.

–Pues que no se oye nada, señor cura.

Y le dice el cura:

–¡Cómo que no se oye nada!, cámbiate, métete tú aquí adentro, me pongo yo fuera, me haces una pregunta y ya verás cómo se oye.

Bueno, el sacristán se mete dentro del confesionario, el cura en el otro lado y le pregunta el sacristán:

–¿Quién se ha estado tirando a mi mujer?

Y dice el cura:

–Oye, pues que es verdad que no se oye nada.

Publicado en:

  • Javier Asensio García, Los 99 mejores cuentos de la tradición riojana, Piedra de Rayo, Logroño, 2012.

Bibliografía:

  • Antonio Lorenzo Vélez, Cuentos anticlericales de tradición oral, Ámbito, Valladolid, 1997.