El padre de Ulpiano, le llamaban Barbas, y había un cura muy jugador, que se llamaba don Melitón, que jugaba a la pelota y jugaba al subastao y… el caso era jugar. Y el obispo le decía al cura que por qué jugaba tanto, y le decía que no le llegaba la paga.
–¿Y gana siempre?
–Siempre.
Bueno, y como te digo de ese, del Barbas, pues estaba diciendo misa el cura y antes, ya sabes, que la decían d’espalda y se volvió para decir Dominus vobiscum y vio al Barbas y le dijo:
–Barbas, Barbas, triunfo es bastos.
Ese me lo contaba mi difunto padre.

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• Javier Asensio García, Cuentos riojanos de tradición oral, Piedra de Rayo, Logroño, 2004.