Título: El arca de monedas induce al hijo a cuidar de su padre |
Valentín y María nos deleitan con este cuento narrado con la expresividad del habla cerverana:
“El del testamentu, que llevaron al abuelo a hacel el testamentu, ese está bien, el del alca, el de la alquilla, esi es más cierto que estamus aquí, el del arca, coñu.
Fue el hijo con el padre, el nieto y la nuera a hacer el testamento, to pal hijo, no tenía otro hijo. Le dio los bienes al hijo y los primeros meses bien, ¡meca! Tenía una amigo:
–¿Qué tal?
–De primera.
Y al tiempo.
–¿Qué tal vas?
–Mal. Me tratan mucho mal.
–Quieto, hombre, toma esti talego –un talego de estera–, pero con una condición, que no te vean que lo metes en el arca.
–¿Cuántos durus van?
–Doscientus durus van. Y cuando estén pafuera tú te encierras y estás contando montones de duros y los pones afuera pa que miren y luego los metes, clon, clon.
Y así lo hizo. Y como ellos estaban debajo, en la cocina, y oían ruido, subieron y miraron por la cerradura:
–¡Ay lo que tiene tu padre!, mira, ¡ay lo que tiene tu padre de duros en plata!
Y todos los días dándoles vuelta. Y fue onde el amigo.
–¿Qué tal ahora?
–De primera, me cuidan de primera. La nuera: abuelo venga usté al rincón, abuelo tenga el desayuno, abuelo venga pacá, abuelo tenga pallá.
–De aquí a quince días baja los duros –le dice el amigo–.
Y cuando se murió abren el arca y no había más que talarañas, y un papelillo y un palo, una esquela metida en la arquilla:
No dejó ni ostias más que la nota.»
Publicado en el libro de Javier Asensio García, Cuentos riojanos de tradición oral, Piedra de Rayo, Logroño, 2004.