Título: Danza procesional de San Asensio |
Desde que sale de la iglesia en procesión, recorre el pueblo y regresa, la ejecución de la danza está cargada de arte y simbología religiosa. El trayecto puede durar cerca de una hora. Este vídeo lo hemos reducido a quince minutos.
La salida se produce con los danzadores danzando de espaldas, es lo que llaman la danza patrás, el objetivo no es otro que darle la cara a la Virgen de Davalillo mientras sale del templo en actitud de reverencia. Ya en el siglo XVI, cuando en las procesiones del Corpus de las grandes ciudades de España se comenzó a danzar ante la imagen de la custodia que contenía la Sagrada Forma, los teólogos animaban a los maestros de danza a hacerlo hacia atrás, de frente a la imagen sagrada, sin darle nunca la espalda, imitando lo que hizo el rey David, según se cuenta en el Antiguo Testamento, ante el Arca de la Alianza. Esta forma de bailar hacia atrás está todavía muy presente en muchas danzas procesionales de toda España.
Seguido de ello los danzadores montan un castillo humano. En lo alto del mismo y frente a la imagen de la Virgen uno de ellos lanzará los siguientes vivas:
¡Viva la Virgen de Davalillo!
¡Vivan los señores del Ayuntamiento!
¡Viva la señora juez municipal!
¡Viva el señor cura párroco!
¡Viva la cofradía de la Santa Vera Cruz!
¡Viva el pueblo de San Asensio!
¡Vivan los forasteros!
¡Viva la música!
¡Viva la banda del pueblo!
¡Vivan los gaiteros y tamboritero!
¡Vivan los danzadores!
¡Arriba la paz y la unión y abajo yo!
Cuando los danzadores han pasado el portillo de salida del atrio de la iglesia y han comenzado a bajar la calle llamada, precisamente, De los danzadores, y cuando la imagen de la Virgen también ha salido de la plaza de la iglesia, dejan de bailar la danza patrás y comienzan los pasacalles que sonarán durante todo el recorrido.
Los pasacalles van siempre en ritmo de 6/8 marcado por el repicoteado del tambor y a él se ajustan los movimientos de los danzadores. Se trata de varias melodías cuyo orden puede intercambiarse. Es muy interesante comprobar cómo con el transcurso del tiempo se han ido acoplando melodías de aquí y de allá porque si hay algo común a los pasacalles del norte de España, las pasacorredoiras gallegas, las biribilketas de las provincias vascas, los pasacalles del dance aragonés y las cercavilas catalanas, es la profusión de melodías en 6/8 intercambiables. En la danza de San Asensio distinguimos varias tonadas entre las que se encuentran la famosa muñeira de Lugo; la muñeira Lévame, lévame: «Na beira do mar hai muito que ver, baila miña Maruxa si, baila na punta do pé…»; una marcha militar y procesional titulada Los gallegos; la marcha Oriamendi o himno del carlismo; un pasacalles muy común en La Rioja Alta; y otro pasacalles que podemos considerar originario de Santo Domingo de La Calzada porque contiene una letra referida a las fiestas de esta ciudad, «Iremos a casa el Prior, a que nos dé de beber en aquella jarrica blanca, ¡qué rica nos hai saber!»
De unos años a esta parte a la procesión de la Virgen de Davalillo se ha incorporado la imagen del Beato Felipe, un religioso claretiano nacido en San Asensio que fue asesinado al comienzo de la guerra civil en la zona republicana. Fue beatificado el 13 de octubre de 2013.
La procesión se hace alrededor de muros, dando a entender que antiguamente las calles por las que discurre actualmente eran periféricas, lo que sigue siendo así cuando la procesión se asoma a las viñas en el barrio llamado Madrid. La Virgen de Davalillo bendice los campos y los lugareños le dan gracias por el resultado de las cosechas. Algunos antiguos danzadores van cerca de los nuevos dándoles apoyo. Cuatro danzadores se adelantan mientras el resto siguen acompañando a la Virgen. Los que se han adelantado regresan danzando junto a los demás y recomponen la marcha dando un giro en salto, es lo que llaman Los encuentros.
En un cruce de calles llamado precisamente La Cruz vuelven a montar el castillo con sus correspondientes vivas. Los pasacalles terminan cuando los danzadores llegan al portillo de entrada a la plaza de la iglesia. Allí vuelven a dar la cara a la imagen de la Virgen mientras danzan patrás hasta que la imagen entra en su plaza. Vuelven a repetir el castillo y, de nuevo, la danza patrás hasta que la Virgen entra en la iglesia, terminando así la procesión.
Fotografías de Helena Ortiz Viana
Bibliografía:
- José Antonio Quijera Pérez, Danzas tradicionales de La Rioja, I.E.R., Logroño, 1992.
- Varios Autores, La danza riojana. Historia, sociedad y límites geográficos, Espiral Folk, Alberite, 2001.