Riojarchivo

 

Título: Accidente conjurando la tormenta
Clasificación: Religiosidad popular
Localidad: Muro de Cameros
Informantes: Jesús Tejada Martínez (31-5-1940)
Recopiladora: Helena Ortiz Viana
Lugar y fecha de recopilación: Muro de Cameros, 9 de agosto de 2013

 
Después del Concilio de Trento se extendió en España la costumbre de tocar las campanas de la iglesia para conjurar las tormentas que amenazaban las cosechas y la vida de las personas y animales. Las iglesias barrocas de La Rioja -las románicas y las góticas no porque en la Edad Media no se usaba esta práctica- tienen en la torre o a media altura un lugar para conjurar. Desde primeros de mayo hasta bien entrado septiembre se tocaban las campanas a Tentenublo. Los días que amenazaba tormentan no se escatimaban los toques.

Pero esta costumbre -ajena a toda lógica y más cercana a la superstición que al espíritu religioso-, tenía más peligros que ventajas. Las pesadas campanas de hierro en movimiento tenían un gran poder de atracción de los rayos, así que la vida de los que volteaban las campanas a mano corría realmente peligro. Jesús nos cuenta el desastre que tuvo lugar hace más de sesenta años, de lo que también se ha hecho eco un cronista de la villa:

«En las tormentas se volteaba el ‘Tente nublo’ con la campana del lado sur, la Santa Bárbara. En 1945 subió Juan, Juanazas, a voltear para conjurar una tormenta por el peligro de pedriscos y cayó un rayo que tiró el cupulín de la torre. Decía Juan que el estruendo fue tremendo y que bajó de la torre pero que no recordaba cómo lo hizo».

(Ernesto Fernández Sanmartín, Guía heterodoxa de Muro de Cameros, edición del autor, Gráficas Urania, Málaga, 2012, página 163).

Un estudioso de los modos de vida tradicionales en la vecina provincia de Navarra se ha detenido a analizar estos hechos:

«Las muertes en campanarios y conjuratorios fueron el pan amargo de cada verano. Víctimas preferidas fueron los sacristanes y sus hijos, obligados por el cargo a tañer las campanas a nublado durante las tormentas.»

En 1711 sacaron las cuentas de los muertos que hubo en el reino de Navarra y salieron más de ochenta.

(José María Jimeno Jurío, Calendario festivo 1. Celebraciones de las cuatro estaciones. Primavera-Verano, Editorial Pamiela, Pamplona, 2006, páginas 340 y 341).

Bibliografía:

  • José Manuel Ramírez Martínez, Torres y conjuratorios en La Rioja, Oyón (Álava), 1988.
  • «Exorcistas y conjuradores», Revista Piedra de Rayo, nº 42, mayo 2013, Logroño.