Título: Fusilamiento de García y Galán |
A las dos de la mañana en Madrid se presentó
Franco con su aeroplano a defender la nación.
…
Les mandan un telegrama a García y Galán
que a las tres de la mañana los iban a fusilar.
García fue a su casa y le dijo a su mujer:
–Sácame el traje de gala que me lo quiero poner–.
La madre, que estaba allí, al suelo se desmayó,
García, que estaba al lado, a su madre levantó.
Galán se fue a su casa, con una palabra entró,
se fue a casa de su novia y un abrazo le pidió:
–Dame un abrazo, Emilia, dámelo de corazón
que a tu amante lo afusilan por defender la nación–.
Ya se oyen los disparos por las montañas de Jaca,
dicen que han afusilado a dos valientes de España.
García tiene una hija que apenas sabía hablar,
va gritando por la calle que viva la libertad.
–¿Quién son esas dos señoras que tan enlutadas van?
–Es la mujer de García y la novia de Galán.
El 12 de diciembre de 1930 los capitanes Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández se sublevaron en Jaca contra la Monarquía de Alfonso XIII. La intentona fue sofocada y ambos militares fueron fusilados a los dos días.
Sin embargo, el clima social en España era entonces favorable a un cambio de régimen y cuatro meses más tarde los partidarios de la República ganaron las elecciones municipales. El 14 de abril de 1931 se proclamó el nuevo régimen en medio del entusiasmo popular. Los dos capitanes fusilados ya eran para entonces héroes de la República.
La proclamación de la República en Calahorra quedó inmortalizada en esta fotografía del Archivo Bella. En ella se observan dos cuadros con los retratos de García y Galán, además de otras imágenes de Pablo Iglesias y una alegoría femenina de la República.
A la par que la Marsellesa y el Himno de Riego se convertían en los nuevos himnos oficiales de esa esperanzadora etapa histórica, el pueblo llano no se olvidó de los primeros mártires republicanos y comenzó a cantar su muerte. El estro popular desdeñó los hechos históricos, se olvidó del alzamiento de Jaca, de la columna que partió de allí para tomar Huesca y del enfrentamiento con la guardia civil en las puertas de la capital; prefirió recordar la gallardía de ambos, el amor que profesaban a sus seres queridos -solo se mencionan mujeres- y la simiente que portaba la hija de García cuando por las calles iba dando vivas a la libertad.
A veces el milagro de la tradición oral no es solo que no se rompa la cadena de la transmisión después de varias generaciones. En este caso, además, el prodigio consiste en que todavía haya personas que recuerden la canción después del silencio oficial impuesto por la dictadura franquista.
Bibliografía:
- José Manuel Fraile Gil, «La sublevación de Jaca vive aún en la memoria madrileña (Diciembre 1930-Diciembre 2000)» en Revista de Folklore, nº 240, Fundación Caja España, Valladolid, 2000, páginas 196-203.