Título: Mandamientos del amor V |
La ley de los Mandamientos, vengo a cantarte, paloma,
tan solo por darte gusto y tenerte en la memoria.
Despacio a pasito vengo y acercándome a tu puerta
solo te pido esta noche que estés un rato despierta.
Con licencia de mi amada, ayúdame, compañero,
comenzaremos cantando la ley de los mandamientos.
En el primer mandamiento manda mi Dios que le ame,
yo te amo a ti, vida mía, después de Dios eres ángel,
en el segundo he jurado a Dios y su Santa madre
de no olvidarte jamás mientras tú no me lo mandes,
el tercero es oir misa, nunca estoy con devoción
pues tú te pones delante robándome la atención,
en el cuarto les falté a mis padres el respeto
solo por hablar contigo palabras de casamiento,
el quinto es no matar, yo no mato, vida mía,
pero si te vas con otro, entonces no sé qué haría,
la mujer que al balcón sale y después se mete adentro
hace pecar a los hombres en contra el sexto mandamiento,
el séptimo es no hurtar, yo no hurto nada a nadie,
solo hurtaré una chica si no me la dan sus padres,
octavo, no levantar ningún testimonio a nadie
como a mí me lo levanta una chica de esta calle,
noveno, no desear ninguna mujer ajena
como yo la he deseado para casarme con ella,
décimo, no codiciar, yo no vivo codiciado,
solo lo que yo codicio es un matrimonio amado.
Todos estos mandamientos todos se encierran en dos,
en quererte y que me quieras y nos queramos los dos.
Los mandamientos del amor era una canción propia de las rondas de mozos. Se trata de una canción antigua y de la que hay valiosas muestras en la tradición riojana. Valiosa es, desde luego, esta versión que hemos de considerar de Santa Engracia de Jubera, pueblo cercano a Lagunilla, donde la cantaban los mozos. El lenguaje utilizado es sencillo pero a la vez elevado, la tonadilla es igualmente antigua. En definitiva, un tema representativo del viejo cancionero de ronda.
Bibliografía:
- Antonio Lorenzo Vélez, “Fuentes documentales de algunos temas seriados profanos-religiosos”, en Revista de Folklore, Obra Social y Cultural de Caja España, Valladolid, 1982, Tomo 2b, Páginas 61-68.