Título: El Conde Niño VIII |
La mañana de San Juan cuando el hijo del conde va
a dar agua a su caballo a las orillas del mar.
Mientras su caballo bebe Fernandito echa un cantar
ni muy alto ni muy bajo que al cielo puede llegar.
La hija del rey que lo oye en su cama donde está:
–Mira, hija, cómo canta la sirenita del mar.
–Madre, no es la sirenita, es con quien me he de casar.
–Si con él te casas, hija, yo le mandaré matar.
–Si usted lo manda matar a mí me puede enterrar–.
A eso de la media noche ya era difunto aquel tal
y ella murió a la mañana a eso del alba rayar.
A ella, como hija de rey, la entierran a pie de altar
y él, como hijo de conde, dos puntitos más atrás.
Ella se ha vuelto una oliva y él un rico olivar
y eso que ha oído la reina los ha mandado cortar.
Ella se ha vuelto paloma y él un rico gavilán
y al palacio de la reina allí se iban a posar
y eso que ha oído la reina los ha mandado matar.
Ella se volvió una ermita y él un rico pie de altar
donde tullidos y ciegos allí se iban a curar.
La reina perdió la vista y a la ermita fue a llamar.
–¿No se acuerda usted, mi madre, ………………………….
Que cuando yo era pequeñita no me dejó usted casar?,
después me volví una oliva y usted me mandó cortar
después me volví paloma y usted me mandó matar
así que ándese usted, madre, la vista no se le da–.
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.