Por el rastro de la sangre     que Jesús ha derramado
iba la Virgen María     buscando a su hijo amado.
Por el camino que iba     una mujer ha encontrado.
–¿Qué hacéis aquí vos, Señora,     qué hacéis aquí vos, llorando?
–………………………….     Busco a mi hijo amado.
–Dame las señas, Señora,     de vuestro hijo adorado.
–Es blanco como la nieve     más brillante que oro y plata
los cabellos son de ángel     la frente muy despejada.
–Sí Señora, sí lo he visto     por aquí Cristo ha pasado
con una cruz en los hombros     y una cadena arrastrando
me ha pedido que le diera     un paño de mi tocado
para secarse el rostro     que lo tenía sudado.
Tres dobles tenía el paño     tres imágenes le quedaron
si lo queréis ver, Señora,     aquí lo llevo guardado–.
Al oír esto la Virgen     cayó al suelo desmayada
San Juan y la Magdalena     fueron pronto a levantarla.
–Vamos, Señora, le dicen     vamos pronto pal Calvario
que por pronto que lleguemos     ya le habrán crucificado–.
Ya le ponen en la cruz     ya le clavan los tres clavos
y al Hijo de Dios     ya lo tienen enarbolado.
Quien esta oración dijere     todos los viernes del año
sacará un alma de pena     si no comete pecado.

“Esto me lo rezaba todas los noches mi abuela que era de Rabanera de Cameros y se me quedó”.
 
Bibliografía:

• Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.