Título: La difunta pleiteada |
De las damas que hay ahora doña Angéla es la que priva
la quieren duques y condes y los hombres que la estiman
también la quiere un tal Juan un tal Juan don de Castilla.
Palabras de casamiento se dieron los dos un día.
–Mi casamiento y mi entierro todo ha de ser en un día–.
Un día después de comer de casamiento salían
su padre fue detrás de ella por ver a dónde iba
para cuando sus padres fueron doña Angéla fenecía.
Ya la llevan a enterrar a su nueva capilla.
Eso que ha oído don Juan hacia Castilla camina
en la calle de su dama dio la primera visita
lo encuentra todo cerrado ventanas y celosías
por una pequeña reja encuentra a una blanca niña
toda vestida de luto de luto toda vestida.
–¿De quién guarda luto la niña que también me parecía?
–Yo se lo diré, don Juan, si pesar no recibía.
–Yo no he traído pesar porque pesar no traía.
–Por doña Angéla, don Juan, que murió de amor de usía–.
Eso que ha oído don Juan desmayado se caía
le ayudan a levantar tres sacerdotes de misa.
–Arriba, don Juan, arriba arriba, don Juan, arriba
que si doña Angéla ha muerto otra Angéla había viva–.
–Por Dios le pido, sacristán que me venga usted a enseñar
a dónde está doña Angéla doña Angéla natural–.
Coge el sacristán las llaves y hacia la iglesia camina.
–Levantarle, levantarle levantar los dos arriba–.
La encuentran tan linda y bella como si estaría viva.
echó mano a su casaca a un puñal que allí traía
para matarse con él y estar en su compañía.
La Virgen del Rosario ha corrido su cortina
y le explica a su hijo que doña Angéla que viva
que salga tan linda y bella como si estaría viva
y ha salido tan linda y bella como si estaría viva.
Eso que ha oído don Juan en plaitos se lo ponía
dicen los duques y condes y hombres de chancillería
que se la lleve don Juan que don Juan la merecía.
Toque usted el pandero toque usted con aire
que está mi morena brincando en el baile.
La tarde del 21 de junio del año 2000 fue una tarde muy especial para mí. Se ponía el sol en el pueblo más occidental de la provincia, hacía un calor suavizado por el cierzo suave del norte, lo que en esta tierra llamamos «un día sano», había poca gente en la calle porque ese día jugaba la selección española de futbol pero Carmen me atendió muy amablemente. Los primeros versos que le escuché eran de un romance que nunca había oído antes. Hablaban de una mujer que se casó con un hombre que no quería, la mujer murió pero resucitó por gracia de la Virgen del Rosario. Al volver de nuevo a la vida se planteó un problema legal: ¿podría casarse con Don Juan, uno de los caballeros que le habían pretendido? o ¿tendría que regresar con su marido? Se trataba del romance conocido como La difunta pleiteada, compuesto en el siglo XVI y de hallazgo casi imposible en la tradición oral del entonces comenzado siglo XXI. Carmen hilvanaba versos, se paraba y volvía a empezar, se dejaba tiradas de versos en el olvido, se daba cuenta y retomaba el hilo, una y otra vez. Al final se produjo el milagro: el romance salió completo y lo pudimos grabar con esa cadencia antigua con la que lo cantaba Carmen.
Bibliografía:
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.