Título: La boda estorbada VII |
Don Belardo ya se marcha don Belardo ya se va
a cumplir los siete años que (y)a no le restan más.
–Si a los siete años no vuelvo, princesa, te casarás.
–Ni a los siete ni a los ocho yo me tengo de casar–.
Ya se pasan los siete años y para los ocho van
un día estando comiendo la pregunta su papá:
–¿Cómo no te casas, hija, cómo no te casas ya?
–¡Cómo quiere que me case si don Belardo vive (y)a!
écheme la bendición que me le voy a buscar.
–La bendición ya la tienes la de Dios la principal
ponte un vestido romero y a buscarle vete ya.
–Padre, me haga usté un vestido, padre, me haga usté un vestido
no le quiero ni de seda ni tampoco paño fino
que le quiero de sayal de eso que llaman torcido
yo me lo iré a buscar por esos tristes caminos
por de día a las montañas por de noche a los caminos–.
Andando una jornadita con un pastor vino a dar.
–¿De quien son esos caballos marcados por su señal?
–De don Belardo, señora, don Belardo natural.
–Por Dios le pido, señor, que me diga la verdad
si don Belardo se casa o se trata de casar.
–Ya tiene las carnes muertas y también cocido el pan.
–Por Dios le pido, señor, que me diga dónde está.
–Eso no pueo hacer, señora, los caballos se me irán.
–Se vayan que no se vayan por mi cuenta correrán
tenga usted un millón de oro y me diga dónde está.
–En aquel palacio alto en el que relumbra más–.
Ya ha llamado a la puerta ya ha bajado a responder.
Una limosna, le dice, un ochavo que le da.
–¡Vaya, vaya, qué limosna, un ochavo que me da!
en casa del ray, mi padre, reales de a cuarto suelen dar.
No vengo por su limosna ni tampoco por su pan
vengo por ese cuerpecito tan airoso y tan galán.
–Ese cuerpo, romerita, para otra salada está.
–En casa del ray, mi padre, me diera de otro percal–.
La salada la dejara a la romera cogiera.
–¿De dónde es la romerita tan cortés en el hablar?
–De Napóles, señorito, de Napóles natural.
–Sube, sube, romerita, sube un rato a descansar
porque vendrás cansadita de tanto camino andar.
–¿En qué conoce usté a su princesa tan cortés en el hablar?
–En un lunar blanco y negro que dentro (d)el pecho tendrá.
–El lunar ya lo he perdido y la señal aquí está–.
Eso que ha oído Belardo ya se ha caído p’hacia atrás
ni con agua ni con vino se podía levantar
hasta que le dio la mano su novia la principal.
Bibliografía:
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.