Título: Confesión de emergencia II |
Señor mío Jesucristo, dueño de mi corazón,
confiésame los pecados que Vos sabéis los que son,
y si esta noche me muero me sirva de confesión,
allí me daréis la gloria y aquí me deis el perdón.
Estas «confesiones de emergencia» eran habituales a la hora de acostarse para evitar que una muerte súbita cogiera al alma desprevenida y sin el perdón de Dios. Menos habitual era su uso en la iglesia por no poder acudir al confesionario.