Y en alta mar y en alta mar un pobre marinero,
una guitarra que solía llevar
y al recordarse de su patria querida
se consolaba y en hacerla sonar.
Adiós, mi patria querida, adiós, mi querida España,
Adiós, que me voy a Larache a luchar por mi nación.
Si muero allí, si muero allí, madre, consuélate,
porque si yo luché fue por la obligación.
Ante un sepulcro arrodillada, allá postrada
tú pedirás mi salvación.
Si encuentro allí, si encuentro allí,
madre lo que dejé
yo con mucha alegría
yo la abrazaré,
más si no encuentro lo que allá había,
entonces sí que de pena yo me moriré.
Y al entrar en Larache
de una morita me enamoré,
la agarré de la mano
y al campamento yo la llevé.
Vente, mora, conmigo,
vente, mora, por Dios,
puedes ser mi enfermera
si herido caigo yo.
Y si en algún combate
cayese herido un español,
cúrale las heridas,
que te lo pido, mora, por Dios,
que ellos no tienen culpa,
ellos moritos son,
cúrales las heridas,
que te lo pido, mora, por Dios.
Ven, morita, ven,
deja de llorar,
que no hay en el mundo
quien te pueda querer más.
Ven, morita, ven,
deja de llorar,
que en terminando la campaña
contigo me he de casar.