Título: Quintín ha entrado en Madrid |
El lunes siguiente al domingo de Pentecostés los vecinos de Ezcaray enfilan un camino que llaman «zigzag» para subir andando hasta la ermita de Santa Bárbara.
Tras la misa en honor a la santa y la procesión con la imagen llevada por las mozas la gente acude a una llanura cercana para divertirse en alegres corros. Ahora son simples vueltas pero antiguamente era un baile báquico ritualizado en torno a la canción que nos recordó Florencio.
La gente forma un corro, en medio se coloca una pareja con la bota y los músicos comienzan a tocar:
Don Quintín ha entrado en Madrid
con su espada rota
defendiendo la Constitución
beba usted una gota
y otra gotita
vuelva usted a beber
que sabe a la pez.
Cuando el corro canta «beba usted una gota» los de en medio tienen que obedecer. Al terminar de beber se incorporan al corro y todos cantan:
Tú te has bebido el vino,
el vino y el champán,
tú te has bebido el vino,
tú te has de emborrachar.
Chicos y chicas agarrados de la mano comienzan a pasarse la bota:
Que pase de mano en mano,
que pase la botella
y el vino que hay en ella,
bebamos sin cesar.
Alegres son los de mi compañía,
alegres son los de mi batallón
y hasta que no dispare
ninguno beberá.
En ese momento quien tiene la bota está obligado a beber hasta que los músicos le indiquen que pare, imitando el disparo de un fusil. Mientras, la gente no cesa de cantar:
Que beeeba, que beeeba, que beeeba, que beeeba… queee ¡púm!
Con el disparo deja de beber; el corro comienza de nuevo a cantar y no para este animado baile hasta que cada uno se va a comer con su cuadrilla o en familia en la misma pradería de Santa Bárbara.
La canción tiene cierto aire militar y nos trae recuerdos de las disputas bélicas entre carlistas y liberales de la España del siglo XIX.
Florencio al pie de la ermita de Santa Bárbara