Título: El cura sacrílego |
Un cura fue a decir misa de las ánimas pastor,
se enamoró de una niña desde que la cristianó.
Como vivían sus padres no pudo lograrla, no.
Ya se murieron sus padres la niña salió al balcón
con peine de oro en sus manos que el de plata no encontró
pasó por allá aquel cura aquel curita traidor.
–Dame de tu amor, Pepita, Pepita, dame tu amor–.
La niña, como era joven, no supo decir que no
la ha cogido de la mano y a su casa la llevó
la ha tenido siete años sin ver la luna y el sol
y el día de Jueves Santo con la niña se acostó.
A la mañana fue a verla muerta y fría la encontró.
–Vecinos, vecinos míos, los que más quería yo
sacarme de ahí ese cuerpo que en mi casa apareció
los que me debáis dinero yo os perdonaré yo
y los que no me debáis dinero ya os lo daré yo–.
El cura cerró su puerta y hacia Roma se marchó
y a eso de medio camino un curita le salió
y le echa tres penitencias si una grande otra mayor.
–Que barra todas las calles desde Castilla a Aragón.
–Poca penitencia es esa pa la que merezco yo.
–Si la penitencia es poca te echaré otra mayor
que te vuelvas vela ardiendo el día de la Ascensión.
–Poca penitencia es esa pa la que merezco yo.
–Si la penitencia es poca le echaré otra mayor
que se meta en un horno cuando esté el mayor ardor–.
El cura se fue a meter del cielo bajó una voz:
–Retírate de ahí, mal cura, retírate de ahí, traidor
que el día que tú te mueras ya te castigaré yo–.
Publicado en el libro de Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.