Título: El robo del Sacramento |
Se trata de un romance tardío –compuesto en la época del barroco— sobre justicia y castigo divinos, tan del gusto de aquella época.
El venticinco del mes que le llaman mes de mayo
robaron a un Jesucristo por siempre sea alabado.
Las campanas de los pueblos todas se hacían pedazos
los frailes de los conventos por el pueblo predicando
no hay quien descubra este robo que importa cien mil ducados.
En la plazuela del olmo hay una mujer llorando.
–No me hagan ustedes mal ni me venga ningún daño
que don Francisco ha hecho el robo que en Córdoba está jugando–.
Mandaron requisitorias por la gaceta volando
que traigan a don Francisco prendido y muy machacado
con grilletes en los pies con esposas en las manos.
Vamos a la confesión vamos, hijos, confesando.
–Maté a mi padre y mi madre a dos queridos hermanos
a una hermana que tenía de catorce a quince años.
Con ella he pasado el tiempo he tenido a dos muchachos
el uno me lo comí el otro lo arrojé al tábano.
También robé un Jesucristo que a la lumbre lo he echado
la ceniza que saqué al río la he arrojado.
El río perdió el corriente l’agua se fue pa otro lado
la (?) que sacó él mismo se la ha tomado.
–Vivo me cuerten los pies vivo me cuerten las manos
vivo me saquen los ojos y vivo me hagan pedazos
pa que sirva de escarmiento los que me estén escuchando–.
Publicado en el libro de Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.