Título: El baile del pingajo |
Parte de la familia cornaguesa de los Solana bajó vivir a Calahorra a principios del siglo XX. Después de la cena de Nochebuena solía juntarse la familia y los vecinos de Eusebio Solana para bailar El Pingajo, un baile que habían conocido en Cornago. Como acompañamiento musical bastaba con una botella de anís, dos coberteras, un almirez o una carrancla de las que se tocaban en Semana Santa. Los dispuestos para el baile formaban un corro, con los brazos en alto y procurando colocarse alternativamente hombres y mujeres:
Por bailar el pingajo
me dieron dos reales,
báilalo, báilalo,
báilalo si sabes.
Báilalo de lao (se movían de un lado)
del otro costao (del otro lado)
de la delantera (daban un paso adelante)
y de la trasera (paso atrás y agachado)
báilalo, báilalo
baila lo que quieras.
Para un beso que te di, ay, ay, ay (Se le daba un beso al compañero de baile de al lado, bien a la derecha o a la izquierda).
me llamastes atrevido
y ahora te ha sabido malo, ay, ay, ay
que yo me haya, me haya ido.
Báilalo de lao
del otro costao
de la delantera
y de la trasera
báilalo, báilalo
baila lo que quieras.
Lo divertido de este baile no era su perfecta ejecución. Al contrario, si al bailar de un lado se empujaba fuerte con la cadera al vecino, se le podía echar fuera del corro del golpe. Y si al intentar un hombre darle un beso a la mujer que tenía al lado ésta había decidido dárselo al de más allá se producía un situación cómica porque el reparto de besos no salía emparejado.