En la llamada Guerra Necesaria del año 1896 -dos años antes de la pérdida de Cuba-, los combatientes independentistas de la isla sitiaron el cuartel del Regimiento de Infantería María Cristina nº 63 en la pequeña localidad de Cascorro, cerca de Puerto Príncipe.

Esta canción narra la hazaña del cabo Eloy Gonzalo que se ofreció a prender fuego a la casa desde la cual los insurgentes lanzaban sus ataques. El llamado héroe de Cascorro consiguió su objetivo y colaboró en la resistencia del ejército español hasta la llegada de las tropas del general Castellanos que liberó al Regimiento.

Estrellitas tiene el cielo y arenas tiene la mar,
sangre como la española no la ha habido ni la habrá
cuánta guerra dio Maceo y cuánta sangre vertió,
bien se creía el mulato que con la España podía
se engañaba el insensato porque poder no tenía.
Y ahora verán los traidores cómo les han protegido
que valen los españoles más que mil Estados Unidos.
Cerca del puente de Cascorro hay una casa cercana
donde hacen los insurrectos fuego a descarga cerrada
y viendo esto el capitán que aquellas fuerzas mandaba
les dijo que era preciso aquella casa quemarla.
-¿Y quién sin perder la vida realizará este milagro?
-Yo, mi bravo capitán-, dice un valiente soldado
y entonces el capitán le abrazó como a un hermano
diciéndole que tenía la gran cruz de San Fernando.
-Mi capitán, necesito una lata de petróleo,
una caja de cerillas y despedirme de todos
que me amarren a una cuerda y me lleven hasta el fuerte
no quiero que mi cadáver los insurrectos lo lleven-.
Si en vez de ser un soldado fuera un hombre de importancia
habría de haber ganado honores, cruces y gracias.

El cabo madrileño Eloy Gonzalo vestido de uniforme