Título: El arriero mata a los ladrones confiados |
La posada de los abuelos de Saturnina era un lugar de encuentro de arrieros, contrabandistas, viajantes y carreteros, en una tierra de frontera donde eran frecuentes los robos y asesinatos. Gracias a que la informante conserva la memoria familiar de esa posada que estuvo en el número 26 de la calle mayor de San Gil, donde se contaban muchas historias reales alrededor del fuego, sabemos de éste y muchos más casos y sucedidos. Una vez llegó allí uno que vendía cerdos y tuvo la precaución de dejarle el dinero a la abuela Trinidad:
-Trinidad, guárdame esto que no me gusta subir con el dinero a Aguilar ni por ahí.
Subió a Aguilar, vendió varios cerdos, le contó a la posadera de Aguilar quién era y al día siguiente se despide de la posadera y se va. En el barranco de Cruña le salió una paloma y dijo:
-La voy a matar pa que la ponga la Trini en pepitoria.
Saca la escopeta y ve que la tiene descargada y entre que la cargó la paloma se le fue. Al entrar en el barranco le salen dos enmascarados:
-La bolsa o la vida, que si no te matamos.
-Nada, a ver quién puede más.
-Tírale, que la tiene descargada.
El arriero les tiró primero porque la había cargado para la paloma y los mató a los dos. Volvió de nuevo a Aguilar del Río Alhama para denunciar el hecho en el cuartel y pasó antes por la posada. La posadera cuando lo vio se quedó blanca:
-¿Qué pasa?
-Que en el barranco La Cantera me han salido dos pensando que la llevaba descargada pero la cargué para una paloma.
Fue al cuartel y declaró y habían sido el posadero y un sobrino. Al final pudo volver a la posada de la señora Trinidad a comerse la paloma.