Título: Jotas de ronda VII, con acordeón |
Los hermanos Benito, Florentino y Domingo, más conocidos con el apodo de Zapateros, fueron los músicos de Villavelayo desde principios del siglo XX hasta bien entrados los años 60. En su comienzo, siguiendo la costumbre familiar y local, tocaban guitarra y bandurria y con sus sones animaban las rondas de los mozos, bodas, carnavales y otras fiestas locales.
A ellos se les unían otros músicos aficionados del pueblo como Fausto, Higinio y los Rabaos -que se casaron en Neila y se fueron con la música a otra parte- quienes formaban una pequeña rondalla local. En ocasiones se juntaban con otros músicos semiprofesionales de la comarca, como Ignacio Espiga, reconocido violinista de Ortigosa de Cameros.
A comienzos de los años 30, los Benito se hicieron con un acordeón diatónico, instrumento muy apropiado para las rondas y el baile. Al principio, el acordeón se acopló a los demás instrumentos de cuerda, especialmente la guitarra, pero con el paso del tiempo fue sustituyéndolos.
Eran llamados desde los pueblos de alrededor y tocaban indistintamente la cuerda o el acordeón. Lo hacían encantados, aunque tuvieran que suplir a otros músicos que cobraban más, como ocurrió en las fiestas de Mansilla de la Sierra del año 1928, donde el presupuesto no daba para pagar a los músicos locales que habían doblado sus tarifas.
También fueron llamados desde Mansilla para celebrar la Fiesta del Árbol. En el año 1931, durante las fiestas del barrio de Consolación en Canales de la Sierra, subieron a tocar con su guitarra y acordeón. En octubre del mismo año tocaron en Viniegra de Abajo. El Laureado poeta Pancho les dedicó estos sencillos versos:
Hubo baile por dos días
bailaron con ilusión
al son de los Zapateros
con guitarra y acordeón.
Hacia los años 50 y 60, ya mayores, los Benito seguían dispuestos para la música. Cada vez que se reunían los mozos a celebrar alguna de sus fiestas -la más ritualizada era la del sorteo de novios en la Nochevieja- llamaban a los Benito para que con su acordeón acompañasen las rondas callejeras.
En los años 60 un hijo de Florentino, José Luis Benito, tuvo la buena ocurrencia de grabar en cinta casete varias reuniones familiares y de amigos en las que no faltaba el acordeón de su padre. En esa cinta descubrimos a un joven Marino cantando y a Florentino tocando una seguidilla distinta entre jota y jota.
Fotografía: José Luis Benito acariciando el acordeón de su padre.
Gracias a esa grabación histórica hemos podido recrear con el propio Marino y el acordeón de María Lombillo las jotas de ronda que durante décadas se dejaron sentir por las calles de Villavelayo.
Puede escucharse en el CD Marino Herrero y el folklore de Villavelayo, col. Música tradicional y cultura oral de La Rioja, vol 6, Espiral Folk, Alberite, 2009.