Título: La jerigonza del fraile IV |
Hombre frailudo,
frauludo hombre,
busca una niña
que te acompañe,
déjala sola, sola, solita,
que la quiero ver bailar, saltar y brincar,
dar vueltas al aire.
Esa es la jeringosa del baile,
vaya jeringosa
por lo bien que lo baila esa moza,
que siga bailando,
que bailando siga,
a esa chavalita
le he visto la liga.
En los pueblos de Cameros se mantuvo este baile antiguo ya datado en la época del Renacimiento. En toda la sierra había un folklore propio de los descansos de los gaiteros, descanso que era aprovechado por las mozas para formar sus corros, hacer partícipes a los mozos y simular emparejamientos en el centro.
A comienzos del siglo XVI debía ser común el baile de la «girigonsa», con ese nombre aparece en una obra del compositor catalán Mateo Flecha el Viejo (1481– 1553), que parece una contrafacta a lo divino de una jerigonza profana:
Assí, ¡cuerpo de nos!
aquí veré yo
cómo baylaréis vos
a la girigonça.
Saltar y baylar
con voces y pita
¡Y vos renegar,
serpiente maldita!
La Virgen bendita
os hace baylar
a la girigonça.
(Juan José Rey, Danzas cantadas en el Renacimiento español, Sociedad española de musicología, Madrid, 1978.)
Publicado en:
- José Luis Moreno Martínez y Araceli Moreno Martínez, El pueblo de las trece casas. Recuerdos de Valdeosera, Piedra de Rayo, 2011.