Riojarchivo

 

Título: Las grajas del tío Salustiano
Clasificación: Cuentos
Localidad: Valdemoro (Alto Linares, Soria)
Informantes: Antonio (16-4-1920) y Pablo Jiménez Pérez (27-6-1933)
Recopilador: Javier Asensio García
Catalogación: Aarne-Thompson 1890F, El tiro afortunado + 1894, El hombre dispara la baqueta y mata a muchos patos
Lugar y fecha de recogida: Logroño, 23 de diciembre de 2002

 

El tío Salustiano era un hombre muy chistoso, era cazador, mal cazador, muy malo, pero siempre estaba de humor y cada día contaba alguna historia que decía le había pasado:
–¡Me caso con Dios! El otro día subí y allá en Las Neveras vi una cosa así rara y me echo la escopeta a la cara, disparo, ¡pouuum! Dos lobos a mis pies cayeron.
Y nosotros le decíamos:
–¡Pero dos lobos así, de repente y casi sin mirar!
–Ya podéis creerlo, que yo cuando siento que hay algún bicho les tiro y si les doy, les doy, y si no, por lo menos que se enteren que hay infierno.
–Y al día siguiente –seguía contando Salustiano– salgo con la escopeta por allá mismo, era una mañana de niebla, niebla cerrada, no se veía nada, pero oigo por arriba “gra, gra, gra, gra, gra”. Me echo la escopeta a la cara, tiro para arriba, ¡pouuum! Treinta y dos grajas a mis pies cayeron.
Y ya apareció otro cazador y se picó en la conversación y le decía a Salustiano:
–Pues yo salí el otro día de caza con una escopeta de un caño solo.
Y Salustiano le decía:
–¡Y cómo sales con una escopeta de un caño solo!
–Yo no tengo ningún problema –le respondió–, según veo venir dos perdices le disparo a una y cuando el tiro ya lleva medio camino recorrido, apunto a la otra y mato a las dos.

Los cazadores llevan fama de fanfarrones, de presumir con mentiras la cantidad de piezas que han cobrado. Había mayor porcentaje de cazadores y pescadores furtivos en los pueblos de economía de subsistencia que en las ricas vegas del Ebro. Entre ellos siempre había alguno gracioso que hacía de sus falsas capturas todo un arte narrativo. El tío Salustiano de Valdemoro era uno de ellos, sus historias son muy parecidas a las del tío Marcelino de Navalsaz, publicadas en esta web.

El tío Salustiano era cazador y fumador pero no le alcanzaba el dinero para comprar papel de liar por lo que se servía de las hojas del catecismo del padre Astete. «Hoy -decía- me he fumado el Señor Mío Jesucristo, ayer los Artículos de la fe».

Publicado en:

  • Javier Asensio García, Los 99 mejores cuentos de la tradición riojana, Piedra de Rayo, Logroño, 2012.

Paralelos:

Las liebres del tío Marcelino