Ya bajan rodando
por las escaleras
higos y manzanas
castañas y peras.

Si me va a bajar usté uva
bájeme de la más blanca
que aquí traigo a un compañero
que se las tira con raspas.

Dale, dale, dale,
dale a la zambomba
dale, dale, dale,
hasta que se rompa.

La zambomba tiene un diente
y el zambombo tiene dos
y el tañador que la tañe
pide barras de turrón.

Dale, dale, dale,
dale a la zambomba
dale, dale, dale,
hasta que se rompa.

Los días previos a la Navidad era el tiempo de los trasnochos o trasnoches en que las mujeres rinconeras se reunían en las bajeras de las casas y, entre otras labores, se ocupaban en ensayar villancicos y aguinaldos. Cuando ya tenían las canciones bien aprendidas salían por las calles cantando. No faltaban los regalos alimenticios, sobre todo chocolate, turrón y galletas, todo un lujo inimaginable en los pueblos de la sierra.

Publicado en:

• Javier Asensio García y Helena Ortiz Viana, La navidad riojana, Piedra de Rayo, Logroño, 2005.