Título: La cantinerita del regimiento |
Yo de pequeña fui cantinera
toda la España entera corrí,
vendiendo siempre
rico aguardiente,
¿quién me lo compra a mí?
De modo que me mantengo
con mucha gracia y primor,
ahora vendiendo siempre
el rico y el buen licor,
laralalá.
Vuelvo la espalda,
oigo la banda,
la voz sonora
de un militar,
luego me dice:
cantinerita,
se haga usted esperar.
Me espero y luego me dice
haga usté el favor de echar
tres copas de su aguardiente
que quiero desayunar,
laralalá.
Mi padre es capitán,
nos enseña la instrucción
y me da para comer
lo que sobra del cuartel
y todos mis soldados
cuando me ven pasar
se me cuadran, me saludan
y empiezan a cantar:
Cantinerita, niña bonita,
si yo quisiera lograr tu amor
una semana de buena gana
sin comer rancho estaría yo.
Soy la cantinerita del regimiento
que a todos los soldaditos
los tengo alegres y muy contentos,
y a todos los soldados sirvo a granel
y de esta persona están contentos
desde el soldado raso al coronel.
Esta canción infantil, que las niñas cantaban en corro, suele aparecer en versiones más reducidas. Las informantes la recuerdan cantar en labios de su madre cuando en los tiempos del carnaval antes de la guerra civil española una tuna o estudiantina cantaba por las calles. Tiene un cierto aire de pasodoble militar, muy acorde con la letra. Es posible que parte de la letra fuera compuesta por el propio grupo.
La cantinera fue toda una institución en el ejército español. Eran las camareras que servían en las cantinas de los cuarteles. Las niñas cantaban esta canción en corro, expresando soterradamente el deseo de ser tan atractivas como las cantineras para los soldados y, a la vez, tener, como ellas, tan poca competencia en el juego del amor.