Título: Cuando el carro triunfante mira para Alfaro |
Cuando el carro triunfante mira para Alfaro
o amanece o es de día claro.
En la actualidad hay personas que sienten curiosidad por la ubicación de las estrellas en el firmamento, cómo se desplazan a lo largo de la noche y cuál es el mapa nocturno en las distintas estaciones del año. Cada vez es más habitual salir a contemplar las estrellas y las constelaciones en noches despejadas, sobre todo en tiempo de vacaciones. Es un deleite observarlas en la calma nocturna del verano y aprender sus nombres, nombres que generalmente esconden una historia y, a veces, una mitología.
Para observarlas en buenas condiciones no solo hace falta que la noche sea clara, hay que irse a zonas de sierra o despobladas, lejos de la contaminación lumínica de las ciudades y polígonos industriales. Ya dice Ignacio que ahora -refiriéndose a Albelda de Iregua- no se ven tantas estrellas.
La cultura tradicional nos deja claras muestras de que el interés por la astronomía viene de antiguo. A la natural inclinación del ser humano por observar su entorno se añade, en este caso, el hecho de que las estrellas sirven no solo de orientación geográfica sino también horaria.
La constelación de la Osa Mayor recibe también el nombre de Carro triunfante. Sabiendo distinguir su forma en el cielo es fácil encontrar la Estrella Polar, que siempre señala el norte porque la tierra gira sobre su propio eje norte-sur. La estrella polar indica el norte geográfico a todas horas de la noche y todos los días del año. Aunque en realidad es la Tierra la que gira, a ojos humanos son las estrellas circumpolares como la Osa Mayor o Carro triunfante las que dan una vuelta diaria alrededor de la estrella Polar.
En el entorno riojano, en el que Alfaro queda al este, resulta muy certero el dicho recordado por Ignacio: «Cuando el Carro triunfante mira para Alfaro, o amanece o es de día claro». Este dicho es muy ilustrativo de lo observadores que eran nuestros antepasados y el conocimiento útil que tenían sobre astronomía.
Las constelaciones recibían nombres vernáculos que a veces diferían del común. Así ocurre con las Siete cabrillas, nombre más cercano que el de Pléyades, que es la constelación de siete estrellas que se ve en el cenit en las medianoches de invierno. La Vara del pastor era para Ignacio las tres estrellas conocidas normalmente como cinturón de Orión y que en otras localidades son llamadas las Tres Marías.
El nombre de Vía Láctea tiene un origen mitológico, es el reguero de gotas de leche que la diosa Juno derramó una noche que se quedó dormida amamantando a su hijo Hércules. Para los pastores y hombres del campo es más cercano el nombre de Camino o Carrera de Santiago. Hemos recogido otros vernáculos riojanos para referirse a estrellas y constelaciones:
Los Astillejos (vernáculo recogido en Pinillos de Cameros) son Cástor y Pólux.
La Cruz de Caravaca es la constelación del Cisne.
Las Tres Marías, como hemos dicho, es el cinturón de Orión.
Pero el astro que recibe mayor número de vernáculos es el planeta Venus o Lucero de la mañana que en La Rioja recibe los nombres de Lucero borreguero, Lucero borreguil, Lucero majadero y Estrella majadera porque cuando aparece al atardecer era tiempo de recoger los borregos en la majada. Traemos una cita de que ya en la Edad Media «la estrella salida» -el lucero de que venimos hablando- era una medida de tiempo para recoger el ganado e imponer multas a quien no lo hiciera. Son las concordias de pastos entre Santa Marina y La Monjía del siglo XV en cuyas dehesas los bueyes de arada podían pastar «fasta la noche a la estrella salida.» (Pedro Pérez Carazo, Santa María de Herce y su abadengo en la Edad Media, Universidad de La Rioja-I.E.R., Logroño, 2008, página 481)