En Cervera del Río Alhama hubo una pareja de músicos, El Chucho y el Peca, dulzainero y tamborilero, que tocaban en las fiestas de los pueblos de la comarca. Parece ser que tenían alguna melodía característica que solían tocar el último día de las fiestas, poco antes de partir, seguramente un pasacalles. Era el momento de cobrar. La gente sacó una cancioncilla maliciosa interpretando lo que decía el tambor:

-¿Nos pagarán, nos pagarán?

y lo que respondía la dulzaina:

-Me parece que sí, me parece que no.

Este cuento se repite en muchos pueblos con otros gaiteros como protagonistas. Contiene un motivo folklórico viejo y extendido, el del instrumento músico que habla o emite un mensaje y, a la vez, esconde una realidad de los tiempos de escasez: en los pueblos pequeños eran los mozos los encargados de contratar a los músicos y pagaban a escote; algunas veces no podían reunir el dinero suficiente para hacerlo.

Escote entre los mozos de Aldeanueva de Cameros del año 1934 para a pagar Pablo Peña, gaitero de Diustes, (Alto Cidacos, Soria) un total de treinta pesetas y diez céntimos por tocar en las fiestas de Santa Ana. Cortesía de Carlos Muntión.