Título: Despedida de los quintos |
Los quintos, los quintos
se van a marchar,
pobrecitas novias,
cómo llorarán.
Son las madres las que lloran
que las novias no lo sienten,
les quedan cuatro chavales
y con ellos se divierten.
Los quintos, los quintos
se van a marchar.
Se van los quintos,
mi madre llora,
porque la Encarna
se queda sola,
su madre ha dicho
que no le aguarde,
que cuando vuelva
ha de ser tarde.
El día de Santa Águeda ha sido muy celebrado en La Rioja, en unos casos por las mujeres, en otros por los monaguillos, en otros por los niños y en muchos otros por los quintos que a esas alturas del año, una vez tallados y sorteados, sabían su destino en la milicia y se despedían de sus vecinos, especialmente de las madres y de las novias.
La primera parte de la canción tiene cierto aire marcial, con ese ritmo binario propio de los antiguos pasodobles militares. La segunda parte fue una adaptación de Garri de otra tonada tradicional cuando fue quinto y se despidió de la que por entonces era su novia y ahora es su mujer.
Juan Bautista Merino Urrutia nos describe de una manera genérica cómo celebraban Santa Águeda los quintos del Valle del Oja:
«La víspera de Santa Águeda, en los pueblos de la cuenca alta, recorren los mozos las casas pidiendo huevos u otros comestibles para organizar una merienda. También era costumbre la víspera en muchos de ellos tocar una de las campanas de las iglesias con el badajo, sin voltearlas. El toque se hacía sin cesar como a rebato. En algunos de ellos se cambiaban entre los de la torre y los del coro de abajo unos estribillos. Estas costumbres ya han caído en desuso».
(Juan Bautista Merino Urrutia, El río Oja y su comarca, Diputación de Logroño, 1968, página 220)