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Título: Los pajaritos de San Antonio
Clasificación: Cancionero, romancero vulgar
Localidad: Valgañón
Informante: David Rojo Bañares (13-9-1986)
Recopiladores: Helena Ortiz Viana y Javier Asensio García
Lugar y fecha de recogida: Valgañón, 9 de septiembre de 2019
Catalogación: IGRH 0194
OTIT: San Antonio y los pájaros

 

Divino Antonio precioso,     suplícale al Dios inmenso
que por tu gracia divina,     alumbre mi entendimiento
para que mi lengua     refiera un milagro
que en el huerto obraste     de edad de ocho años.
Este niño fue criado     con mucho temor de Dios,
de sus padres estimado     y del mundo admiración.
Fue caritativo     y perseguidor
de todo enemigo     con mucho rigor.
Su padre era un caballero     cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa     con el sudor de su frente,
y tenía un huerto     en donde cogía
cosecha y su fruto     que el tiempo traía.
Por la mañana, un domingo,     como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa,     cosa que nunca olvidaba,
y le dijo a Antonio:     –Ven acá, hijo amado,
escucha, que tengo     que darte un recado.
Mientras que yo esté en misa     gran cuidado has de tener;
mira que los pajaritos     todo lo echan a perder,
entran en el huerto     pican el sembrado,
por eso te encargo     que tengas cuidado–.
Cuando se ausentó su padre     y a la iglesia se marchó,
Antonio quedó cuidando     y a los pájaros llamó:
–Venid, pajaritos,     dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho     que tenga cuidado.
Para que yo mejor pueda     cumplir con mi obligación
voy a encerraros a todos     dentro de esta habitación–.
Y a los pajaritos     entrar les mandaba,
y ellos, muy humildes     en el cuarto entraban.
Por aquellas cercanías     ningún pájaro quedó,
porque todos acudieron     como Antonio les mandó.
Lleno de alegría     San Antonio estaba,
y los pajaritos     alegres cantaban.
Al venir su padre luego     les mandó a todos callar.
Llegó su padre a la puerta     y comenzó a preguntar:
–Dime, hijo amado,     ¿qué tal, Antoñito?
¿Has cuidado bien     de los pajaritos?–.
Antonio le contestó:     –Padre, no tenga cuidado,
que, para que no hagan mal     todos los tengo encerrados–.
El padre, que vio     milagro tan grande
al señor obispo     trató de avisarle.
Acudió el señor obispo     con grande acompañamiento,
quedando todos confusos     al ver tan grande portento.
Abrieron ventanas,     puertas a la par,
por ver si las aves     se quieren marchar,
Antonio les dijo a todos:     –Señores, nadie se agravie,
los pájaros no se marchan     hasta que yo no les mande.
Se puso a la puerta     y les dije así:
–Vaya, pajaritos,     ya podéis salir.
Salgan cigüeñas por orden,     águilas, grullas y garzas,
gavilanes, avutardas     lechuzas, mochuelos, grajas;
Salgan las urracas     tórtolas, perdices,
palomas, gorriones     y las codornices.
Salga el cuco y el milano,     burlapastor y andarríos,
canarios y ruiseñores,     tordos, ruiseñor y mirlos;
(salgan verderones,     y las cardelinas,
y las cogujadas     y las golondrinas).
Y al instante que salieron;     todas juntitas se ponen
escuchando a San Antonio     para ver lo que dispone.
Antonio les dijo:     –No entréis en sembrado,
marchad por los montes,     por riscos y prados.
Y al tiempo de alzar el vuelo     cantan con dulce alegría,
despidiéndose de Antonio,     y su dulce compañía.
El señor Obispo,     al ver tal milagro,
por diversas partes     trató publicarlo.
Árbol de grandiosidades,     fuente de la caridad,
depósito de bondades,     padre de inmensa piedad.
(Antonio divino,     por tu intercesión,
todos merezcamos     la eterna mansión).

Esta canción de Los pajaritos de San Antonio no tiene mucho recorrido en la tradición oral aunque lleva más de cien años en boca de la gente humilde. Se ha difundido en pliegos sueltos como los que acompañan este artículo e, incluso, en grabaciones discográficas. Se ha memorizado por sus trasmisores con una tonadilla que es prácticamente idéntica en todos los lugares. Pese a ello queremos dejar constancia de la popularidad que tuvo en otros tiempos y que una persona joven como David aprendió a la perfección de escuchar a su tíabisabuela.