«Estaba un pastor en el redil y dice que hacía ¡un frío!, un frío en enero y decía:
–¡Huy, como siga así! Como siga así mi ganau se va a moril, porque no sale ni nada. ¡Ay, si sería marzo ya!, ¡ay, si sería marzo!
Y dice que entonces pues bajó el mes de marzo y dice que le dice (marzo):
–¿Qué es lo que quieres?
–¡Ay, ya podría hacer tres meses buenos, que ya, en llegando a marzo…!
–Pues coste que (y)o te doy todo el mes de marzo para que estés enero, febrero y el marzo.
–¡Vale!
–Pero me tienes que dal dos ovejas y, además, preñadas.
–¡Vale, vale!, pues ya te las daré.
Y hizo un invierno bueno, bueno, y él salía todos los días con sus ovejas al campo. Con que ya llega marzo, el treinta y uno y dice:
–¡Bah!, en abril ya, el ventoso ya s’ha marchao, en abril ya vienen días buenos. ¡Mah, las ovejas!, si viene a por ellas ¡pronto se las voy a dal!
Con que dice que en esto, ¡ras!, ya viene marzo:
–Bueno, ya s’ha pasao marzo, ya estamos en abril.
–¡Bah, como ya no falta más qui uno, las ovejas ya no te las doy!

–Pues, mira, uno que me falta de marzo
y dos que me dé abril
de tus ovejas he de hacel,
pellejitas, más de mil.

Que dice que empezó a venil el viento ese y eso y se le murieron, pol no dal’le lo que había prometido. Y eso nos lo contaban pa que no prometeríamos nunca lo que no podíamos dar, ese era el cuento que nos contaban, no prometáis nunca nada, no os pase la del pastor.»

Bibliografía:

• Publicado en Javier Asensio García, Cuentos riojanos de tradición oral, Piedra de Rayo, Logroño, 2004.