Título: El alcalde bajito |
Nadie se atrevía a decirle alcaldillo a un alcalde bajito que tenía malas pulgas, hasta que a uno se le ocurrió la forma de decírselo mediante un calambur -juego de palabras con doble sentido-, como lo hizo Quevedo, según se cuenta, en el célebre episodio en el que había que decirle a la reina que era coja: «Entre el clavel y la rosa su majestad escoja». En nuestro caso, como llegó tarde al rancho que tenían preparado en un bodega, le dijeron que no había llegado a las tajadas si no «al caldillo».
Bibliografía:
- Julio Camarena Laucirica y Maxime Chevalier, Catálogo tipológico del cuento folklórico español. Cuentos-novela, Centro de estudios cervantinos, Alcalá de Henares, 2003.