Riojarchivo

 

Título: La mala suegra IV
Clasificación: Romancero
Localidad: Villavelayo
Informante: Juana García Pablo (27-5-1912)
Recopilador: Javier Asensio García
Lugar y fecha de grabación: Villavelayo, 11 de agosto de 1995
Catalogación: IGRH 0153

 

Malbuena se paseaba      por su palacito real
le dan dolores de parto      que le hacen arrodillar
entre dolor y dolor      Malbuena echaba un cantar:
–¡Quién estaría esta noche      en casa del rey, mi padre!
pasaría los dolores      en los brazos de mi madre–.
La suegra que la está oyendo:      –Anda, corre y echa a andar
que si viene tu marido      yo le daré de cenar.
–Sáquele usted negro vino      sáquele usted blanco pan
cebada para el caballo      y cebo pal gavilán–.
Cuando Malbuena salía      don Bueso llegaba ya.
–¿Dónde está mi espejo, madre,      mi espejito dónde está?
–Por esos caminos ha ido      por esos caminos va
dando voces y alaridos      como mujer de un rufián
que tú le has cerrado el vino      que tú le has cerrado el pan
que tú le has cerrado el peine      donde solía peinar.
–Sáqueme esa espada, madre,      y ese dorado puñal
donde quiera que la encuentre      allí la tengo matar–.
Y en casa del rey, su padre,      allí la vino a encontrar
noticias dan a don Bueso      que ha parido su infanta
que ha parido su infanta      un infante muy galán.
–El pan que coma la madre      se le vuelva solimán
la leche que mame el niño      se le llegue a recargar–.
Las que enfajaban al niño      no cesaban de llorar
las que se estaban con ella      no cesan de suspirar.
–Levántate de ahí, Malbuena,      si te quieres levantar
que si aguardas a tres veces      el puñal lo ha de mandar–.
–¿Quién es ese majo, madre,      tan practíco en el hablar
que si lo oyera don Bueso      lo mandaría matar.
–Es tu maridito, hija,      que te viene a visitar.
–Madre, si es mi marido      sáquele usted de cenar
sáquele usted negro vino      sáquele usted blanco pan
cebada para el caballo      y cebo pal gavilán–.
–No quiero tu negro vino      ni tampoco el blanco pan
ni cebada pal caballo      ni cebo pal gavilán.
Levántate de ahí, Malbuena,      si te quieres levantar
que si aguardas a tres veces      el puñal lo ha de mandar.
–La mujer de un caballero      tres días solía estar
la mujer de un pastorcito      día y medio y no cabal.
–Levántate de ahí, Malbuena,      si te quieres levantar
que si aguardas a tres veces      un puñal lo ha de mandar.
–Adiós, casa (d)el rey, mi padre,      adiós, palacito real
una mujer casadita      con su marido se va–.
Y a la mitad del camino      Malbuena miraba atrás.
–¿Qué miras atrás, Malbuena,      que te quies volver atrás?
–A las patas del caballo      que llenas de sangre van.
Un poquito más alante      una ermita allá habrá
y si no hay confesor      tú de confesor valdrás–.
–¡Malditos sean los hombres      que de mujeres se fían!
por fiarme de mi madre      he perdido hijo y mujer
la mujer como una rosa      y el hijo como un clavel–.

Magnífica versión de este viejo romance, tanto por su gran nivel poético como por la melodía antañona con que Juana García, de Villavelayo, lo interpreta.

Bibliografía: